Difundía el otro día Kiki una foto de hace 35 años en la que un grupo de personas en bañador se manifestaban por la Avenida contra la eliminación de las casetas de la playa. Era un proyecto municipal encargado al por entonces joven arquitecto Manuel González Fustegueras , que con el paso del tiempo ganó un premio nacional de arquitectura. Se financió con el dinero que obtuvo el Ayuntamiento gracias al rescate del puente Carranza. En la reordenación de la playa y el paseo marítimo previsto por el Ayuntamiento se contemplaba la eliminación de todas las casetas, tanto las de madera como las de mampostería. Las casetas fueron un espacio para privilegiados, los que habían tenido dinero e influencias en su día y habían conseguido una, que se iban pasando de padres a hijos sin pagar impuesto de sucesiones ni nada. Cada familia se bañaba delante de su caseta, donde se guardaban todos los enseres necesarios durante la temporada. Había un paseo de cemento a donde daban chiringuitos y puestos de helados. A los niños durante los años 60 nos compraban un pico y una bolsa de patatas que freían cada día las familias que venían de Jaén cada año durante la temporada . "Er pico y la papa" era el pregón de los vendedores. Mi padre decía que la papa frita era la industria pesada de Cádiz. La reforma de la playa promovida por Carlos Díaz y sus equipos de gobierno hizo que cambiara todo el aspecto de la playa pero no su carácter familiar, aunque dejaron de venderse las papas recién fritas, que se cambiaron por las bolsas de ultraprocesados. Los picos se abandonaron para siempre aunque todavía pueden comprarse camarones y bocas de La Isla, que eran otros vendedores tradicionales, con su chaquetilla , su gorra blanca y el canasto de mimbre colgado del brazo.

Ahora los chiringuitos se han modernizados. Tienen decostrucciones y esferificaciones. Los vendedores de la playa también han cambiado. Ahora venden bebidas transportadas en carritos. Las sombrillas siguen tachonando de color la playa. Ahora la moda consiste en subir a las redes sociales una copa de vino con el fondo del mar o un primer plano de las piernas desnudas con la orilla al fondo, siempre acompañado del mismo tipo de comentario: "aquí, sufriendo", "qué vida más sacrificada" y otros por el estilo que inundan Instagram, Tuiter y Facebook donde los fanáticos de estas redes nos quieren contar lo bien que se los están pasando. La playa sigue siendo un petardo llena de sudor, aglomeración e incomodidad .

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