Análisis

José Antonio Ortega Romero

La cabalgata del castillo

Siempre he pensado que el Día de Reyes era uno de los días grandes de El Puerto. No hay nada más creíble para un niño que ver a los Reyes salir de un castillo. Y los portuenses tenemos la suerte de contar con uno en pleno centro. Recuerdo esas carreras para coger sitio en la plaza para coger balones y disfrutar de los fuegos artificiales ya caída la noche. Con toda su corte asomada entre las almenas y las monedas de chocolate brillando al tirarlas. El culmen de una tarde de ilusión. La antesala perfecta para irse a la cama esperando que pasaran rápido las horas para abrir los regalos.

Con la inusual decisión de cambiar el tradicional horario de la cabalgata, rompemos la magia de ese castillo iluminado, donde los Reyes descansan unas horas antes de visitar a los niños en sus hogares. Si la cabalgata termina al mediodía, ¿qué hacen los Reyes hasta la noche?, pensaría cualquier niño. Y, sobre todo, qué hacer con los pequeños toda la tarde después horas de adrenalina de cabalgata, haciendo tiempo hasta irse a la cama. No creo que ningún niño, con la inocente impaciencia de ese día, quiera ponerse a hacer tareas del cole.

Sinceramente, no encuentro argumentos para este cambio. Ninguna ciudad de España programa su cabalgata principal el día 5 por la mañana. Aquí en Madrid, al haber cabalgatas por barrios, muchas salen la mañana del día 6, a modo de despedida de los Reyes. ¿Es necesario cambiar algo que funciona en cientos de ciudades de España?

Si la hostelería es el argumento, ¿por qué no organizar actividades previas que atraigan familias al centro antes de la salida? Tenemos un reclamo estupendo, que es nuestro castillo, en torno al cual programar actividades diurnas. Por ejemplo, hacer la entrega de balones dentro del propio castillo, con la escenificación de una corte descansando después del viaje y preparando los regalos de la noche. También se puede ambientar la plaza con actuaciones infantiles a la espera de la partida de Sus Majestades hacia sus carrozas. Si el argumento es la no coincidencia con otras ciudades, considero difícilmente creíble que las familias, con lo que implica desplazarse con niños, vayan a dos cabalgatas en un mismo día.

Promocionemos nuestra cabalgata en la provincia, con nuestro castillo como punto central del día y como icono de la cabalgata. Hagámosla atractiva, moderna y divertida para los niños. Invirtamos en caramelos blandos y golosinas más saludables. Pero dejemos la hora en paz, que lo que hace es confundir al público y, sobre todo, confundir a nuestros más pequeños, los verdaderos protagonistas de este magnífico día.

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