Debo reconocer que siempre me molestó el que me tomaran por tonto, que me minusvaloraran (o lo intentaran), que creyeran que podrían dármela con queso. Y no, la verdad es que no es algo sencillo ni mucho menos. Mis años de panfilez quedaron ya atrás y estoy acostumbrado a ver la picaresca en todas sus gamas de color. Y la corrupción. Y la maldad pura. Por eso me enerva tanto lo de Griñán. Bastante, además.

Sus amigos y conmilitones dicen que el ex presidente de la Junta es una persona honrada que nunca metió la mano en la caja de los parados andaluces. Es un mantra que los servicios de desinformación del PSOE se han encargado de repetir hasta la saciedad por aquello de que la letra con sangre entra y no hay nada más sanguíneo que la letanía. Juan Espadas y Pedro Sánchez han cerrado filas con sus viejos compañeros de partido alegando una y otra vez aquello de la honradez, ni un duro en sus bolsillos, los dos votos particulares de dos juezas progresistas contra los tres de los conservadores. Repite, repite, one more time, que algo quedará. Como con la mala fama.

Lo cierto es que todos estos esfuerzos blanqueadores me resultan sumamente injuriantes, como he dicho al principio, porque parece que nos quieren tomar por tontos a todos los que han leído o no la sentencia o, mejor dicho, su resumen adelantado. Fueron 680 millones de euros, nada más y nada menos. Con ese dinero no sé si el Atleti podría fichar a Cristiano Ronaldo pero desde luego da para ayudar a muchas familias en situación de verdadera necesidad. Facilitar el latrocinio no te convierte en ladrón, aunque quizás sí en un malversador, aunque no hayas metido la mano en la caja -lo de la compra del granero de votos lo dejamos para otro ponente-, porque has permitido que roben en tu cara, y lo que es más grave, has facilitado con un sistema diabólico que esa sustracción fuera dirigida a diversas empresas de órbitas cercanas, por decirlo elegantemente.

No voy a admitir el "y tú más", ni comparaciones odiosas con partidos corruptos, papeles cutres o comisiones convergentes. Este artículo no va de eso, sino de otra cosa. De mi enfado, de mi molestia. De que nos tomen, a usted y a mí por carajotes, que decimos en Cádiz. Pobre, pobre Griñán, un hombre honrado, los jueces nos tienen manía (serán de Vox). Por favor, vale ya de infantilizar a gente que ciertamente está ya infantilizada de por sí. Yo quisiera tener un presidente del Gobierno que fuera más eso que el líder tutelar de su partido, que se plantara en rueda de prensa y dijera que ante esta condena del Supremo, el PSOE da inmediatamente de baja a todos los condenados -una pila, por cierto- y pide disculpas a los miles y miles de afectados. Con humildad y empaque, no como un rey que cazara elefantes en tiempos de crisis. Pero no, eso no es posible en esta España desfragmentada. Uno apunta con el dedo a la luna y muchos miran. Pobre hombre, un tipo honrado. Intentemos que los españoles cada vez miren menos y piensen más.

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