Es necesario felicitar al equipo de gobierno de la Isla por esta renovada feria del Carmen y de la Sal post-covid que se ha sacado de la chistera. Lo que llevo visto de ella me ha parecido un completo éxito y un claro ejemplo de utilización inteligente de los espacios públicos. Es de agradecer el alarde de imaginación, algo que, como saben, no suele hallarse en demasía en nuestros ediles. Si bien al principio hubo alguna susceptibilidad cuando se conoció que la feria se trasladaba al parque Almirante Laulhé y se escindía de la zona de atracciones, que se ubicaba en Bahía Sur, yo me propuse adoptar cautela, habría que ver el resultado, lo mismo era un invento interesante. Tras haberla visto in situ creo que Patricia Cavada ha superado con esta feria averbenada todas las expectativas posibles.
Al retornar la zona de casetas, cuarenta años después, al parque de los patos, se ha hecho más accesible para la ciudadanía el recinto ferial al tiempo que se ha beneficiado (o no se la ha perjudicado) a la restauración del centro de la ciudad. Todas las mesas de locales de la calle Real se hallaban llenas ayer. Buenas noticias para todos.
El escenario del parque se integra a la perfección en el corazón feriante, permitiendo al público asistir al concierto que se tercie, sentado cómodamente. El diseño de las casetas ha estado realmente cuidado, homogéneo y atractivo, mezclando la modernidad y el clasicismo. Mesas y sillas han estado ocupadas, y las barras con colas a reventar, sirviendo jarras de rebujito, croquetas de Esperanza, carrillada y montaditos por encima de nuestras posibilidades. El ambiente que he visto ha sido totalmente festivo, pleno de felicidad por nuestro encuentro tras estos años tan duros. Por eso debo decir, ahora, que quizás deberíamos plantearnos si este modelo de feria céntrica debería haber venido para quedarse y eludir las tormentas de arena de años anteriores.
Lo cierto es que las últimas ferias que recuerdo fueron poco vistosas, perdiendo cada año más y más casetas. Un evento como este a mediados de julio supone altas temperaturas y levante, y los caseteros de la Isla tienen la mala costumbre de no integrar aparatos de aire acondicionado para bajar la temperatura de sus tenderetes. Esto sería algo que debiéramos exigir para años venideros, tal que se hace en otras ferias vecinas: si la feria del Carmen y de la Sal consiguiera afianzarse también desde el mediodía el impacto económico sería descomunal, y solucionaríamos una de las principales pegas que se le han puesto desde siempre: que era meramente nocturna.
Lo dicho, ayer disfruté de nuestra feria como hacía mucho que no lo hacía. Y lo hice sin pertenecer a una hermandad con caseta, ni montarme en los cacharritos, ni escuchar a María Peláe o al animoso cuadro flamenco de ayer. ¿Por qué? Fácil, porque me gustan las cosas bien hechas, y la feria del parque 2022 ha sido de las mejor hechas que le recuerdo a PC. Chapó, por tanto. Y a seguir en esta línea.
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