Análisis

José Joaquín León

Las bajas pasan factura

El Cádiz necesita jugadores a tope. Más aún si se tropieza con un árbitro casero

En condiciones normales (sin tantas bajas y con otro árbitro), el Cádiz no hubiera perdido en Fuenlabrada. Fastidia perder ante un equipo que no fue superior, incluso jugando más de dos tercios del partido en superioridad numérica. El Cádiz ha entrado en un momento difícil, por las lesiones. Ya no sólo han caído futbolistas titulares del plan A, sino suplentes del plan B, por lo que juegan elementos del plan C, como Rhyner y Quezada, que no están adaptados, y cometen errores en jugadas puntuales que resultan decisivos. El Cádiz tiene un sistema que necesita a jugadores a tope. Más aún si se tropieza con un árbitro casero como Ais Reig, que administró las tarjetas amarillas a su manera.

En la alineación del Cádiz había futbolistas poco habituales, como Rhyner, Caye Quintana y Javi Navarro. Las bajas por lesión ya se están notando. Enfrente estaba el Fuenlabrada, que tiene un equipo de los más vulgares de la categoría, pero muy bien entrenado por Mere para sacar petróleo de los errores del rival y del balón parado, que son sus únicos argumentos. Como le ha pasado al Cádiz bastantes veces, por cierto.

Era un partido con muchas posibilidades de llegar al final con 0-0. A no ser que hubiera algún fallo. O a no ser que pasara algo raro. El árbitro Ais Reig no es la primera vez que fastidia al Cádiz lejos de Carranza, mientras que en casa se pone la piel de cordero. Puede que sea casero por su naturaleza, pero la realidad es que fuera resulta peligroso. Enseñar esas dos tarjetas a Rhyner entre los minutos 20 y 25, y dejar a un equipo con uno menos de ese modo, da motivos para la reflexión.

Y más fastidia viendo lo que ocurrió en la segunda parte. Cuando le enseñó la amarilla a Hugo Fraile, que cortó una escapada en solitario de Caye Quintana, con un brazo que extendió y le golpeó en la mandíbula. Más tarde le perdonó otra, cuando el marcador estaba todavía en 0-0. Y también se tragó un pisotón intencionado de Oriol Riera a Álex

Con detallitos como esos, cambian partidos como este. En el que Fuenlabrada y Cádiz jugaban a no perder. Tras la expulsión, Cervera puso a Garrido de central, y el vasco demostró que en esa posición puede ser mejor que dos o tres centrales de la plantilla. Álex se retrasó al pivote. El Cádiz solo pudo marcar en un centro de Javi Navarro, que se paseó ante la portería, sin que Caye rematara.

En la segunda parte, aunque el Cádiz dio un pasito atrás, el Fuenlabrada solo creaba peligro a balón parado. Hasta que llegó la jugada fatídica del minuto 80. Un centro a placer de José Fran, sin que nadie estorbara, que fue rematado a su gusto por Jeisson, gracias a que Quezada se quedó mirando y Espino tampoco reaccionó. Un gol de los que cabrean a Álvaro Cervera y pasan factura al despistado antes o después.

Con uno menos, se lesionó José Mari, tras un golpe en teoría fortuito. Con dos menos, el Cádiz lo intentó, con Perea como argumento recuperado. Pero hubo precipitación para empatar.

Este Cádiz, con las bajas y las adversidades, corre el riesgo de esfumar la ventaja. Sería triste. El apoyo de Carranza, en estos momentos, es fundamental.

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