Que la mascarada es una realidad ya es de sobra conocido. Acostumbrados estamos a ver como en los mítines, tanto de un lado como el del otro, se arenga a unas masas, más o menos aborregadas con falsas verdades y muy ciertas mentiras. El resultado de todo ello, la principal consecuencia y lección, es que el baile de votos gira cual vals de los pisotones.

Muchos de los que suben a sus púlpitos saben sus opciones, que en función de la época es nula o afortunada, pero siguen como si nada, cargando de ilusión a mentes y corazones. La única realidad en todo esta falacia, en toda esta podredumbre siempre hay un protagonista mudo; aquellos miles de ilusionados, que no ilusos, que aún creen en el trabajo bien hecho, esos votantes con disciplina que se comen todo lo que le echen, fieles cancerberos de las siglas a los que el mensaje les da igual, a los que en todo momento, con corrupción o sin ella, seguirán confiando en sus colores y siglas.

Bailan siempre al son marcado, convencidos de una idea. Para mí, lejos de considerarlos aborregados y mansos, los considero fieles, gente de palabra y honor, gente que en los momentos difíciles son la base, gente que, por desgracia, cuando la música deja de sonar, se las echa del baile para que los oportunistas y arribistas cobren los frutos de su partido.

Curiosidad que domina en todos los colores y siglas, donde trileros y tahúres del Mississippi, al final, son los que terminan aupados por unos fieles que seguirán en bicicleta. El baile que estamos a punto de presenciar no difiere en nada de los anteriores, excepto porque a este hay más invitados, invitados que ya no están de paso, sino que ya tienen experiencia, y aunque el resultado será el que ellos mismos prevén, se seguirá engañando a las masas, no ya con promesas y programas de imposible cumplimiento, sino con ilusiones, incitándolos incluso a una absurda y poco democrática lucha si los resultados fallan, porque, como en el fútbol, no gana el que más goles mete, siempre el perdedor tiene un culpable, o el césped, o el árbitro, o una nave alienígena.

En este baile, para mantener al votante en vilo, la culpa siempre es del apaño o de la falta de luces, siendo necesaria la lucha en las trincheras y el boicot al que gana para traer la justicia … y los sueldos. Voten con cabeza.

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