Análisis

joaquín Rábago

Periodista

Una alegría y una decepción

De momento lo que hay son conciertos de música electrónica y turismo chabacano

Cada una de mis visitas a El Puerto desde mi Madrid natal o la capital alemana, donde paso también algún tiempo del año, representa al mismo tiempo una alegría y una decepción.

Una alegría, sobre todo si llego en invierno por el contraste que supone la luminosidad de esa costera con la habitual oscuridad berlinesa, a lo que se suma el hecho de poder respirar una vez más la saludable brisa marina. Una decepción, en cambio, porque veo tantos locales cerrados, los mismos que llevan años en esa situación, y tantos edificios en estado semirruinoso, que transmiten al visitante una sensación de abandono.

Siempre que visito El Puerto hablo con vecinos y comerciantes, muchos de ellos amigos a los que conozco desde hace tiempo, y que me comunican su decepción por el hecho de que poco parezca cambiar, al menos en su casco histórico, con independencia de qué partidos gobiernen el municipio.

Es cierto que en mi última visita, casi inmediatamente después de las carreras de motos de Jerez, los dueños de bares y restaurantes, sobre todo los de las pocas calles donde se concentra la hostelería, se declaraban más que satisfechos por los ingresos de los últimos días.

Pero ése es tal vez el principal problema de El Puerto: el sector servicios parece confiar únicamente en unas cuantas fechas puntuales sin que se trate de una situación sostenida a lo largo del año. La cuestión es siempre la misma, y es algo en lo que todos coinciden sin que, por desgracia, se aporten soluciones: El Puerto adolece de un grave problema de despoblación en su casco histórico.

Hay un debate entre quienes argumentan que lo más urgente es convertir el centro en una ciudad amable para el visitante, al que hay que ofrecer, por ejemplo, atractivos culturales que hoy no existen, y quienes señalan que es más urgente atraer allí a nuevos vecinos, sobre todo jóvenes.

A uno le recuerda esa discusión la de cuál fue antes: si el huevo o la gallina. Creo que habría que actuar simultáneamente en ambos frentes, el vecinal y el turístico, pues son, o al menos deberían ser complementarios. Y ambos contribuirían al necesario fortalecimiento del comercio local, que es sin duda uno de los mayores problemas actuales de El Puerto, directamente derivado de la falta de poder adquisitivo de muchos de los actuales vecinos.

Por lo que se refiere a la oferta turística, repetiré lo que ya tengo escrito en estas mismas páginas aunque, por desgracia, sin demasiado éxito: no basta con una Plaza de Toros y una Basílica, por muy bellos que sean ambos monumentos, además de su pequeño Museo. Se echan en falta museos etnográficos como los que existen en otras ciudades mucho menos importantes históricamente, que podrían dedicarse a las industrias que contribuyeron en su día a la riqueza y la importancia de El Puerto: el vino, la sal y la pesca, además del comercio transatlántico.

Hay en proyecto un centro de interpretación de los Cargadores a Indias en uno de los más bellos palacios de la ciudad, pero, -además de no estar acabado, ¿para cuándo?- es claramente insuficiente para que el visitante se decida a pasar al menos un par de días en la ciudad.

Y tan importante como incrementar la oferta cultural, también con un cine en el centro de la ciudad y no en la otra margen del río, es, repito, repoblar el casco histórico sobre todo con jóvenes profesionales, aprovechando todas las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías como internet para el trabajo en casa.

Existen suficientes edificios abandonados que, con desgravaciones fiscales y sobre todo si se eliminan las numerosas trabas burocráticas de las que se quejan los emprendedores, podrían rehabilitarse para acoger a nuevos vecinos, que darían vida a una ciudad que sin duda se merece mejores gobernantes.

De momento, lo que hay sobre todo son conciertos de música electrónica, turismo chabacano de despedidas de solteros y solteras, ocio nocturno, en especial los fines de semana, y poco más.

Éste no es El Puerto que a uno le gustaría ni, algo más importante, el que más puede beneficiar a corto y medio plazo a quienes habitan su cada vez más vaciado casco histórico.

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