Análisis

Pedro g. Tuero

Lo que fue y lo que ahora es

Todo lo relacionado con esta resucitada autonomía es hoy mejor de lo que antes fue

Mi Andalucía por sí, por España y la humanidad. Ya el pasado jueves celebramos una vez más el Día de nuestra Andalucía. Porque me siento muy orgulloso de ser andaluz. Porque no reniego de mi forma de hablar. Porque no me arrepiento de mi historia. Y porque considero que esta tierra, la mía, es la que más ha aportado a este país. Riéndome del que no es andaluz, porque con respeto, tiene la mala suerte de no ser de aquí. Y esta vez, mi lector no andaluz, que me perdone si hoy me paso y llego en demasía, pero el orgullo que siento por haber nacido en esta tierra inmensa, culta, sabia y milenaria, no lo puedo remediar. Aunque, qué pena de aquellos que, siendo de aquí, sólo han pensado en henchir sus alforjas y continuar con el chollo del poder. Aparte de los falsos nacionalistas que no tienen nada que ver con los otros de otras partes, que, cuando han podido, se han unido y han mandado junto a aquellos que hacía cerca de cuarenta años no nos dejaban. Y ahora una gran alegría con esta recién recuperada autonomía en un pueblo tan sabio que ya hoy se encuentra gobernado de verdad.

Y aprovecho todo esto porque, además de hablar hoy sobre el Día de mi tierra, también me veo obligado a hablar de mi pequeño trocito de esta Andalucía. Y me refiero a esta Isla, a la que tanto queremos los que de aquí somos, aquellos de mi edad de paseos interminables por lo que fue la calle Real, los de los flamenquines del bar Reverte o los del infantil del cine Almirante. Y esta Isla, que fue tanto y hasta rica de sueldos fijos de empresas como Bazán o la Constructora, o de la marina de guerra que tanto albergó este pueblo, pero que hoy de todo eso ya no queda. Una Isla que hoy ya no es lo que fue. Ni una Andalucía que también hoy afortunadamente tampoco es lo que fue, aunque sea todo lo contrario a lo que ocurre en esta Isla querida.

Siendo también muy importante sentirnos muy orgullosos de hablar como lo hacemos. Debemos de acabar con el complejo -que aún queda- de que hablamos mal. El andaluz como forma de habla es tan respetable y tan digno como cualquier otra manifestación lingüística que se dé en España. Porque se puede y se debe hablar bien respetando la norma académica del español. Podemos y debemos expresarnos oralmente con esos rasgos del andaluz. Sin complejos.

En fin, mi amable lector, digo que todo lo relacionado con esta resucitada autonomía es hoy mejor de lo que antes fue.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios