Análisis

ana maría pérez bustamante

Voulez-vous danser avec moi

En el centro cultural de Unicaja se puede seguir viendo la exposición 'Cádiz del XVIII', comisariada por José María García León y diseñada por Arantxa Morales. Es digna de verse porque con frescura, curiosidad y buen gusto intenta hacer sentir cómo era aquel Cádiz de cuando se trasladó aquí la Casa de Contratación: cuando éramos el primer puerto para América; cuando convergían, en torno al comercio, apellidos de toda Europa; cuando se fundó el primer colegio que unía la medicina con una disciplina que hasta entonces era de sacamuelas: la cirugía; cuando las cartas náuticas del mundo tomaban como referencia a Cádiz y de aquí salían las mejores expediciones científicas. Cuando entró en España la muy prohibida Enciclopedia francesa, que se traía de contrabando en baúles de doble fondo. Cuando se escribían obras de teatro y piezas musicales para ser estrenadas en Cádiz. Cuando nuestros edificios de pisos eran un modelo de urbanismo higiénico y moderno. Uno de los méritos de esta exposición, y del Ateneo de Cádiz que está al fondo, es el haber reunido muchas piezas que gentilmente han cedido para la ocasión varios particulares: las maquetas de barcos, los documentos de la misteriosa masonería, de las casas de seguros y de los armadores; los restos de ajuares que fueron suntuosos: las pequeñas tallas religiosas, las vajillas de porcelana, los delicados abanicos, los coquetos anteojos de nácar y carnets de baile... Hay detrás de este tricentenario de la Casa de Contratación una voluntad de que la ciudadanía se mire en el pasado para diseñar un futuro que no desmerezca. Pero Cádiz es una ciudad de plebe sin oficio y sin beneficio que se refugia en mitos salvíficos. Antes era el paraíso más allá de la muerte. Ahora es el edén proletario, buenrollero y bienpensante de los podemitas. El que llena la playa de vendedores freelance de gusanitos, y el paseo marítimo de paisanos que buscan firmas contra la privatización de la Residencia del Tiempo Libre. Qué triste es cuando la ingenuidad y la estupidez se confunden con la bondad, y la falta de iniciativa, voluntad e inteligencia se quiere hacer pasar por utopía. (Ustedes perdonarán que hoy no tenga ganas de contemporizar adecuadamente).

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