Francisco Sánchez Zambrano

fzambrano@diariodecadiz.com

Votar con la luz del pasillo encendida

Se acabó la oscuridad de la campaña de las generales repleta de sombras y de miedos

Nada será igual. Quien piense que estas elecciones municipales serán parecidas a las generales de hace un mes, está equivocado. Van a cambiar muchas cosas. Y no me refiero a que el PSOE va a dejar de ser la fuerza más votada en la provincia, o que el PP logrará frenar su caída libre, o que la suma de Podemos e IU -donde ha habido suma- va a terminar multiplicando o dividiendo los votos de la izquierda. De eso no tengo ni idea.

Cuando me refiero a los cambios de mañana pienso por ejemplo en que ya no van a ir a votar los cerca de 674.000 gaditanos que lo hicieron el 28 de abril. De esos, más de 100.000 se quedarán ahora en sus casas. Seguro. Sucede cada vez que llegan unas elecciones municipales. Y muchos verán desinterés donde a lo mejor lo único que hay es tranquilidad.

Porque mañana los que se queden en su casa o los que vayan a votar saben que la luz del pasillo estará encendida. Ole ahí. Toda una bendición. Porque mamá, que es muy lista, nos ha visto tembloros en la cama y se ha apiadado de nosotros. Ya vendrá la factura de la luz cuando tenga que venir, pero ni el Coco, ni el Hombre del Saco son bien recibidos aquí.

Atrás quedó la oscuridad de la campaña electoral de las generales en la que -y esto no es una exageración- había gente a la que le costaba conciliar el sueño conforme se iba acercando la cita con las urnas. Y no era para menos a la vista de la avalancha de peligros y temores que teníamos que escuchar de nuestros políticos. Como si no supieran que nuestra democracia luce orgullosa, madura y altanera sus 40 tacos recién cumplidos.

Porque hace un mes en la oscuridad de la noche unos veían unas sombras como las del abrigo de Cruella de Vil en las que se intuía la posibilidad de que España terminara pareciéndose a Venezuela en hambre, pobreza y escasez si Podemos llegaba al Gobierno.

Pero a otros, esas mismas sombras se le asemejaba a la silueta de Freddy Krueger y se imaginaban a los cargos de Vox corriendo como posesos por las calles persiguiendo a gays y a lesbianas.

Y otros intuían entre la oscuridad la presencia de Jack Nicholson en El Resplandor como si fuera un PSOE que tenía ya todo preparado para celebrar un referéndum de autonomía en Cataluña con el que romper al fin España.

Y el PP y Ciudadanos lo iban a privatizar todo, hasta las policías locales, las playas y el viento, como aseguraban quienes habían intuido la presencia del Muñeco Diabólico en el pasillo de su casa.

Hoy la bombilla alumbra al fin en mitad de la noche. Fuera miedos. La pega es que esta tranquilidad sabemos que es pasajera. Porque cuando lleguen otras elecciones generales volverán los monstruos de las ideologías con sus colmillos brillando en la oscuridad. Y volveremos a llamar a mamá.

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