Viernes Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Viernes Santo en la Semana Santa de Cádiz 2024

Cuando escribo esto van ya más de 2.200 fallecidos por el coronavirus en China, un país de casi 1.400 millones de habitantes. Al mismo tiempo leo que en la República Democrática del Congo, con una población de 80 millones, murieron el año pasado 6.000 personas -la mayoría, niños- por sarampión, una enfermedad para la que sí hay vacuna.

Aquí en Europa, se ha contabilizado un fallecido por coronavirus (un turista chino en Alemania) hasta el momento. En 2018, último año con datos cerrados, fallecieron 74 personas por casos de sarampión, según la OMS.

No pretendo, ni mucho menos, restar importancia a la alerta sanitaria causada por un virus por el que están sufriendo miles de personas en el mundo, y para el que aún no tenemos vacuna.

Pero no deja de sorprenderme el contraste de la reacción general de la población ante esta nueva amenaza, cuando estamos voluntariamente dando pasos atrás en una enfermedad que llevaba años controlada.

Puedo comprender que en países donde la red sanitaria es débil y la información de la población, escasa, se den situaciones de emergencia, como la señalada en el país africano. Pero en Europa (o en Estados Unidos, donde también se ha registrado un incremento de la incidencia del sarampión) los expertos apuntan a una causa fundamental: el movimiento antivacunas.

Personas que voluntariamente no quieren utilizar este método preventivo, por razones sin ningún fundamento científico, y que no están desprotegiendo solo a sus hijos, sino que aumentan exponencialmente el riesgo del resto de personas de su entorno. Yo estoy segura de que estas personas no quieren exponer a sus hijos a la enfermedad. Simplemente, dejan la responsabilidad a otros. Que se vacunen los compañeros de clase, los vecinos, los primos…

No les he preguntado, pero apostaría que la mayoría de estos antivacunas no iría de viaje familiar a China estos días, pese a que la protección contra el coronavirus es la misma que tienen contra el sarampión: ninguna.

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