Vienen días

Tantos años después, las obras y las personas no mueren, se reproducen, viven

Ignoro si se ha estado preparando a conciencia la conmemoración del 24 de septiembre. La del día 14 no creo que se haya hecho. Iré al cementerio a poner una flor sobre la lápida con Rafael Duarte y quienes quieran acompañarnos. Hace dos años fuimos a ese lugar en donde reposan los restos de Luis Berenguer, que falleció en su casa de la calle Real ese día del año 1979. Me cuesta trabajo creerlo todavía. Tenía 54 años y ya era uno de los novelistas más importantes de España y de la literatura en lengua española. Se sintió mal un par de días antes y se le paró el corazón en el patio de su casa poco antes de la medianoche del 14 de septiembre; en la casa donde había escrito El mundo de Juan Lobón, Marea escorada, Leña verde, Sotavento, La noche de Catalina virgen y acababa de de escribir Tamatea novia de otoño. Leyendo con entusiasmo la novela que ha publicado hace pocos meses Ramón Pérez Montero –Eras la noche–, un libro extraordinario sobre los mismos escenarios en donde Luis Berenguer puso sus novelas de furtivos y señoritos, y al yo decirle que me lo recordaba, afirmó rotundamente que había sido su inspiración. Tantos años después, las obras y las personas no mueren, se reproducen, viven. El Arte es inmortal. Puede que el Arte sea el Alma del Mundo.

La otra fecha del calendario ineludible de septiembre es el Día de la Merced, que en la Isla tiene una calle con dos placas, una calle muy bonita, además: 24 de septiembre de 1810. Conmemora y resume un tiempo terrible que vivió nuestra ciudad, que entonces no lo era todavía, y el conjunto de los pueblos y ciudades de España, que había sido invadida, saqueada, esquilmada y asesinada por un ejército extranjero. El de Napoleón, imperialista, genocida y ladrón. Pero que por aquí no pasó, hasta las coplas flamencas lo cantan y celebran: Isla de León / Baluarte invencible / por donde no pasó el coloso / Napoleón Bonaparte. Fue el día en que se constituyeron las Cortes del Reino que culminarían la primera constitución de libertad para los españoles, aprobada dos años después en el Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz. Fue inspiración para nuevas constituciones y las ventanas abiertas al mundo que llegaba, aunque se apresuraron a cerrarlas de nuevo. Es otra historia.

Cuando el bicentenario, o sea, hablo de 2012, algunos escenarios del heroísmo, degradados al extremo por la incuria española tradicional, fueron rehabilitados y recuperados para la conmemoración. Allí, en la otra orilla del puente de Zuazo, siguen si terminarse, siguen sin el uso adecuado, sin su puesta a disposición de quienes quieran pisar el sitio de los héroes, respirar el aire de aquellos tiempos recios en donde esta ciudad y sus vecinos entraron gloriosamente en la Historia. Pero no sé bien qué se ha dispuesto, no sé si ya quedará menos… Es que como vienen fechas…

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