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En el colegio de Las Carmelitas han tenido lugar algunos actos de agradecimiento por los 133 años que las hermanas llevan en nuestra ciudad. Entre estos, las celebraciones de eucaristías en su capilla restaurada y preciosa.

Acudieron religiosas que nos enseñaron a enseñar al comienzo de nuestra vida docente, como las hermanas Josefa Aranguren, Pilar Romero, Piedad Arpón de Fe e Isabel Garrido, entre otras. No faltaron los representantes de los distintos estamentos de la ciudad ni el acompañamiento de Carmela Patiño y su grupo.

En la Eucaristía del lunes, la capilla recibió a antiguos alumnos de distintas promociones. Nos emocionaron los cantos con guitarras liderados por Josemi.

De aquellos primeros tiempos recuerdo a la trabajadora hermana Josefa “descansando” cada sábado, de marcha con sus alumnas, y a la hermana Pilar cantando con sus pequeños el canon 'Brisa del amanecer'. La hermana Piedad Arpón de Fe comentaba que con esos apellidos no podía escaparse de su destino de monja. Isabel Garrido continúa risueña y dulce.

Fue inevitable recordar a mi compañera de EGB, María Antonia Palomino, a Isabel María Henry y a Teresa Aragón que, viejita y encorvada, llevaba la comunión a los enfermos. No quiero olvidar a Regli, ni a Fali, que de estar, seguro que hubieran llegado las primeras.

Las profesoras de entonces éramos antiguas alumnas. Creo representar a todas cuando escribo que nos sentimos muy orgullosas de ser Vedruna y de haber compartido claustro con hermanas como Matilde Soto, Juana y Emilia. Esta última fue la responsable de la mejor escolanía que tuvimos en el centro. Como superiora dio una emotiva bienvenida.

No puedo olvidar a mis comprometidas compañeras seglares: Angelita, Inmaculada, Lolita, las dos Ana, Dolores, Tere, María Jesús, Pepi, Carmen... Recuerdo la llegada de Ramiro, la de Carlos y Alberto. Algunos de los nombrados hemos pasado el relevo al claustro joven.

Deseamos que continúen trabajando con ilusión y orgullo por el proyecto Vedruna, muy alabado por el señor obispo y por el padre Fernando.

Si las sociedades tuvieran en cuenta el lema de Joaquina de Vedruna: “Todo por amor, nada por fuerza”, seríamos más felices y acabarían los sufrimientos y atrocidades de las guerras.

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