Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Negar, descalificar al contrario, este es el único argumento que esgrimen los partidos para encaramarse al Poder. Para qué entrar en otras profundidades si todos están condenados a hacer lo mismo con ligeras variantes en cuanto a prioridades se refiere. Así se gobierna en España en la actualidad.

Mire, da igual a que así haya sido siempre. Llego a la conclusión de que me importa lo que usted piensa si en tiempos del Conde-Duque de Olivares esa fuera la norma. No obstante sí me preocupa que se olvide lo que hiciera aquel santo varón llamado Fernando, séptimo para más señas, porque de él provienen todos nuestros males actuales a pesar de lo que quieran decir los devotos de la Memoria Histórica con su giróscopo averiado.

Como a estas alturas ya debiera darse por sentado que las ideologías que no repercuten en la cuenta corriente no sirven ni para hacer puñetas, (Puñeta: Encaje o vuelillo de algunos puños, por ejemplo en las togas de los jueces), decir que las ideologías son las causantes de lo que nos está pasando es cosa de retrasados mentales o de bobos encanallados. La ideologías -salvo las que han conducido al exterminio de propios y contrarios- pueden ser válidas; su problema radica en la aplicación interesada que viene haciéndose de ellas. Claro que entonces no deben considerarse como tales, sino como mantas zamoranas; mejor si se usan banderas regionales.

El panorama cambiaría si los desengañados arremetieran contra los que osaron practicarlas para su exclusiva conveniencia. Hay que reconocer a los que creyeron firmemente en ellas y reprocharles que, pasado el tiempo, no supieron ni quisieron ver que el trigo solo estaba al alcance de los favorecidos por el cuponazo.

Bien mirado es posible que la raíz de todas las ideologías -llamadas también fantasías animadas-, tengan un lugar común; o mejor, una misma semilla que, sin ser mala, todos se equivoquen intencionadamente cuando les llega el turno de llevarlas a la práctica y que al final todas se conviertan en 'ideologías alimentarias o de los estómagos agradecidos'. Con sólo pensar que todavía nadie ha sido capaz de averiguar cuántos funcionarios (y similares) viven en España de la teta del Estado... Ninguna de las fuentes encargadas de fijarlo se ponen de acuerdo. Que sobrepasan los tres millones, seguro, aunque sea materialmente imposible contabilizarlo cuando un mindundi con mando en plaza no sabe siquiera los asesores que tiene -algunos pasan de los doscientos-, sin contar a los jefes de gabinete, los escoltas, los chóferes, los lleva cosas, los cuñados, los enlaces de confianza, los receptores de tantos por ciento... ¿Se puede calcular todo esto?

Ahí tiene a doña Susana, que de catequista ha pasado gracias a la reducción al absurdo y al bombo a tener a "cienes" de personas que dependen de sus ovarios. Y pregunto: ¿Por su acertada gestión de los dineros que debe administrar? ¡Pero cómo es posible si con ella Andalucía sigue estando a la cola de todo progreso, si sigue siendo la comunidad más pobre de Europa, la que menos invierte en Sanidad, en Educación, en Infraestructuras! Me lo dice mi amiga la condesa: -Desengáñate, mientras los plebeyos insistan en tener paseadores para sus perros...- Mi amiga la condesa es parca, certera y sarcástica en sus juicios.

Pero ella nunca tiene razón. Ni usted.

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