Análisis

J. M. Morillo león

Trampantojo de garbanzos para Loles León

A Loles León, tan resuelta en MasterChef Celebrity, la vamos a sorprender en su casa de Madrid con unos garbanzos como conejo. Seguro que la actriz se echa una carcajada con la alusión del peluche y se imagina que nos vamos a poner a trinchar muslitos, pero como bien saben por las marismas de Trebujena no hay mejor plato vegano que este trampantojo gustativo. Un plato sin carne, de los de toda la vida, que con más imaginación que otra cosa hacía consolar a los que no podían costearse algún ejemplar de caza con el que llevarse a la cazuela.

Como no hay mosto trebujenero en estos momentos, con el que se festeja este condumio cuando llega el frío, nos llevamos a la casa de la Loles, el conejo en trampantojo de la Loles, un par de botellas bien despachadas de fino de la cooperativa Virgen de Palomares. Qué gusta en Trebujena una cooperativa. Más que un atardecer al señor Spielberg. Abrimos una de ellas y brindamos.

El medio kilo de garbanzos lechosos de Escacena los habremos puesto a remojo en el AVE, bueno, al menos desde la pasada medianoche, para que estén listos para cocer al mediodía. Nos apartamos de la cocina y ponemos el aire acondicionado para que siga frío el fino.

Como no necesitamos apenas nada más, el listado de compra que le ponemos a Loles para hacer este plato de conejo sin conejo, un euro al coste, lo completan: una cebolla, un tomate maduro, un pimiento verde, una cabeza de ajos manchegos, un chorro del fino trebujenero, una hoja de laurel y como especias (apartado importante para el trampantojo aromático), un par de clavos, hebritas de azafrán, tomillo, perejil picado y un poco de pimienta picada.

A la cocción de los garbanzos le añadimos las especias (menos el azafrán) y dejamos hacer a fuego medio. Loles nos debería de ayudar a la segunda copa y a hacer el sofrito troceando la cebolla, los ajos, el tomate y el pimiento. Sin ponerle la mala cara de Jordi Cruz, seguro que lo elabora sin presiones y con su sonrisa habitual. Una vez que los garbanzos estén tiernos, sobre una hora y algo, lo que nos duraría uno de esos grandes episodios de Aquí no hay quien viva, el olor ya nos dice que vamos por buen camino. Añadimos el sofrito de Loles triturado con un pellizco de sal. Agregamos copa y media de vino y las hebras de azafán.

Dejamos cocer a llamita baja durante una hora más, mirando que no falte agua a los garbanzos. Loles ya estará deseosa de probar el trampantojo sin conejo y ya será necesaria abrir la segunda botella. Chin, chin. Apartamos, dejamos reposar y servimos en sus platos hondos y sin que humee demasiado, que con 40 grados hay que tomarse este reto con calma. Vamos, hombre.

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