Análisis

ana sofía pérez bustamante

Tokyo veinteveinte

Emulando a mi hija, que es una mujer empoderada, decidí seguir pintando mi casa yo sola en lo que ha venido a ser una experiencia alucinante con el mundo de la materia. Primero resané un cierro con cemento rápido. Es difícil aplicar la mezcla con palaustre y llana. Comprobarlo me ha generado una enorme admiración técnica por el gremio de la albañilería. Eché la mano para alisar los penosos pegotillos de masa que se resbalaban negándose a adherirse, pero no se me ocurrió que los guantes se inventaron con alguna finalidad y me abrasé la mano viva. El resultado es rupestre y me he suprimido las huellas digitales, pero estoy satisfecha porque es incluso posible que el exbalcón no vuelva a desmigarse en invierno con los temporales. A todo esto, yo acuso de violencia de género al inventor de la pistola barata de silicona, que es imposible de usar para una mujer normal que quiera aplicar con ella sikaflex. En otro orden de cosas, lo que mejor me quedó fue una preciosa línea quebrada que va en un dormitorio de pared a pared. LA GRIETA, igualada y definida en color amarillento con Aguaplast de fibra, es digna de Tàpies, y ahora puedo conversar con conocimiento de causa sobre la diferencia entre grieta simple y grieta en expansión. "¿No te parece, Silmara -le dije a mi auxiliar y amiga- que la pintura de techo es espesísima y muy difícil de aplicar?" "Es que hay que mezclarla con agua. Lo pone aquí, por fuera de la lata", replicóme Silmara con paciencia y sabiduría. Dios mío, soy española intuitiva: nunca leo las instrucciones. Mi trato con la pintura me permite compartir con ustedes un secreto industrial: el cubo de pintura del Leroy Merlin es infinitamente superior al cubo de El Corte Inglés, porque la rejilla para escurrir el rodillo debe ser completa para mayor eficacia y comodidad. Ahora que han empezado estas extrañísimas olimpiadas que transcurren simbólicamente en el pasado (Tokyo 2020), se me ocurre que en la próxima edición deben figurar las obras domésticas como deporte competitivo de aventura. Por cierto: vendo cinco botes de reparador de gotelé a estrenar. Y, puesta a elegir ceremonia de inauguración, soy primitiva y disfruté más la tamborrada de los chinos que el mundo hecho de drones.

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