Rara es la casa, la familia española que, independientemente de sus ideas conceptuales sobre quién debe representar o dirigir los destinos de nuestro país, no se acueste esta noche pensando más en monarcas venidos de zonas de conflicto -ya sea cabalgando en dromedarios o volando en helicópteros- que en legítimos pensamientos de progreso republicano.

Cada república independiente, bananera o no de la casa de cada cual, sobre todo si el público objetivo en edad de soñar se ha trabajado bien el asunto durante todo el año, es más que probable que sus sueños reconvertidos en juguetes se hagan visibles ante miradas recién despertadas y aún somnolientas en función de las posibilidades ‘reales’ de cada hogar.

En el comienzo de una década ilusionante pero convulsa en muchos aspectos, no sé si la bohemia tendrá cabida en esta noche de ilusión como nos recuerda la canción salida desde las entrañas del Barrio de Santiago de Jerez a través de las voces del grupo Navajita Plateá.

Aquí en El Puerto, el sueño de la Navidad de las estrellas colgantes debe verse rubricado esta tarde en la cabalgata más importante del año, esa que saca a la calle a toda la familia en pos de la ilusión de los niños y de las niñas, y muy probablemente también a los que ya peinan canas que seguro alguno habrá entremetido entre tanto bullicio que generan estas celebraciones.

Es complicado que una tradición desaparezca de la noche a la mañana. Quizás usos y costumbres importados vayan poco a poco comiendo el terreno a nuestra regia comitiva que, además de Oriente parece que también llegan al comienzo de cada año desde la Holanda de los tulipanes como reza en el popular villancico, y que precisamente este enero de 2020 desaparece de forma genérica como tal para convertirse en Países Bajos.

La Estrella Olanda sin h lo agradecerá de una vez por todas, ya que parece ser que fue a ella y sólo a ella a la que siguieron los Reyes Magos hasta el portal de Belén. Que la noche no nos confunda porque de momento tanto en España como en la Baja Andalucía, así como en esta ciudad, El Puerto de tantos nombres, todavía es tiempo de reyes.

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