Este verano hablábamos del libro de Paul Volcker, presidente que fue de la Reserva Federal de Estados Unidos, titulado Voluntad de continuar en la tarea: la búsqueda de unas buenas finanzas y un buen gobierno; ahora, su muerte, a los 92, años ha llevado a Christine Harper, coautora del libro, a publicar el prólogo que tenían preparado para una nueva edición; si el libro podía considerarse como un legado, el prólogo es, sin duda, un auténtico y último testamento.

Aunque también trabajó en la empresa privada, Volcker se consideraba un funcionario, que sirvió durante su larga vida a presidentes de ideas distintas, como Carter, Reagan,Clinton y Obama, en temas financieros y de comercio exterior, pero también en comisiones, como la que investigó los fraudes contables de Arthur Andersen, el expolio en bancos suizos de los activos de judíos víctimas de la persecución nazi o la rectitud de los programas de ayudas del Banco Mundial. Pero, como decimos, le preocupaba últimamente lo que denominó "crisis silenciosa de la función pública", y adoraba la figura de Alexander Hamilton, cuya figura impulsora de Estados Unidos como un estado de estados, en una sociedad democrática y de progreso, está ahora en auge por el sensacional espectáculo musical sobre su vida. La mayor prueba a superar por un Gobierno es producir una buena administración pública, y Volcker tenía el ejemplo de su padre, un ingeniero fanático de la transparencia en las cuentas y asuntos públicos, que tuvo el extraño cargo de ser durante 20 años gerente de una ciudad, Teaneck, donde consiguió aumentar y hacer general el bienestar de sus habitantes. Esto puede aplicarse aquí, pues una cosa es eliminar lo que no es necesario, y otra recortar y dejar de invertir en recursos y buenos funcionarios que trabajen en un entorno profesional y bien organizado, pues sólo así puede recuperarse la confianza en la función pública.

Paul Vocker fue capaz de poner freno a la inflación, y coto a la falta de controles por parte de gobiernos que, en nombre de la libertad de mercados, llevaron a la crisis financiera. En el texto que deja escrito expresa su preocupación por la deriva que ha tomado su país, la polarización creciente de la política, la concentración de la riqueza, carencias graves en los servicios sociales, la falta de visión a largo plazo; pero tiene la confianza, inculcada por su madre, en que si se superaron en el pasado tantas situaciones difíciles, por qué no va a ser posible ahora. Pienso que también nosotros, si hemos seguido adelante tras dos guerras terribles en Europa, los conflictos pegados a nuestras fronteras, una guerra civil, un intento de golpe de estado, no vamos a superar la interesada parálisis actual en la formación de gobierno por la estrategia de desgaste del adversario que siguen algunos partidos, ganar la batalla al populismo, y progresar hacia una sociedad justa y próspera. Martin Wolf repite en su necrológica de Volcker un comentario que hizo cuando apareció el libro, y dice que "era una gran persona, la más grande que he conocido -Volcker era muy alto-, investido de lo que los romanos llaman virtus, coraje moral, integridad, sagacidad, prudencia, y devoción al servicio de su país". Qué más puede decirse de un buen funcionario.

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