Hoy escribo desde una tarde plana. Probablemente debería esperar un momento más sereno y juicioso, pero la tentación del desfogue puede más que yo. En una tarde plana no basta el consuelo de “no nos quejemos que no estamos mal”, en una tarde plana el sentido común se esconde y asoma una desidia que se prende en las incertidumbres del entorno.

La fase 3 no me ha convencido lo suficiente como para salir de casa, hago como los ratoncitos temerosos: asomo el hocico un poco y me vuelvo a encerrar. Me agobian las noticias de playas llenas y terrazas que empiezan a estar rebosantes. El viento de estos días me frena también las salidas en bicicleta, puede que la falta de ejercicio esté detrás de este malhumor que me ahoga. O las sospechas de que el curso que viene no será del todo presencial. Me irrita como docente esta situación de ahora en la que los padres están cansados, los niños están cansados, los equipos directivos desbordados y los profes frustrados. Yo lo estoy. Lo confieso.

Este intento de seguir explicando, corrigiendo y apoyando a distancia no me convence. No veo bien sus caras, no noto sus estados de ánimo, me falta la retroalimentación. La brecha social y digital se hace más presente que nunca ¿cómo dirigir una clase en la que a unos se les va la wifi y a otros las ganas? Hay quien pelea a solas sus tareas y quien las escribe al dictado de padres o profesores particulares. Otros se copian, sin más, respetando incluso las faltas de ortografía y los errores del compañero.

No me quejo de las horas de trabajo, soy consciente de mi privilegio de sueldo fijo y vacaciones de verano, lo digo antes de que me lo recuerden, pero me duelen los reproches de las familias que sienten que están haciendo nuestro trabajo mientras nosotros sufrimos el agobio de fin de curso y cerramos memorias, corregimos, explicamos, tratamos de llegar un poco más lejos en este disparate, indecisos sobre cómo atraer a los que se aburren y pierden en el camino. Algunos ya no me contestan ni por Instagram. Y yo me encuentro sola y frustrada, incapaz de pensar en el curso que viene.

No sé cómo saldremos de esta, pero por ahora intuyo que más pobres, más solos, más irritados…

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