Tangana en Toledo

El artista obtuvo una campaña publicitaria descomunal por un precio irrisorio y el arzobispado de Toledo… bueno, creo que no ha devuelto los quince mil euros cobrados

Recuerdo la primera y única vez que disfruté del encanto tricultural de la ciudad de Toledo. Mi amigo el escritor David Luna me hizo de cicerone por sus calles (y sus cuestas). Como quiera que él estaba y está en mejor forma física que yo, hizo valer su condición y me dio un tute tal, arriba y abajo, que al día siguiente, que fui a pasar el día en Segovia, me dolían músculos que no sabía que tenía. De aquel viaje guardo bellos recuerdos y un gran agradecimiento a David, que se desvivió para llevarme a todos los sitios de interés posibles. Curiosamente, uno quedó ya fijado para siempre en la mitología privada de nuestra amistad: las esquinas antimalandrines.

Se trata de un medio arquitectónico de defensa o prevención contra los atracos, cuchillo en ristre, que viene de siglos atrás. Con un nombre tan literario, era normal que me enamorara de su concepto. La cuestión es que no he podido dejar de pensar en esos rincones antimalandrines con la que se ha montado con motivo de la grabación de un videoclip de C. Tangana y Nathy Pelus en la catedral de Toledo. Malandrines hay muchos, eso sí, en Toledo, en Cádiz y en Collado Villalba. Podría decirse que el gen malandrín es intrínseco al español promedio, y no nos equivocaríamos. Da igual que uno sea cantante de trap, de reguetón o un simple deán a pique de abrazar la jubilatio.

La cosa ha ido así. Tangana escribe -o le escriben- una canción que dice: "Yo era ateo, pero ahora creo / Porque un milagro como tú ha tenido que bajar del cielo". Hasta ahí bien. El problema es que tan bella (y simplona) conversión de fe se produce mientras Tangana y Peluso bailan y se contonean en mitad de la catedral toledana como si la lambada la enseñaran en primaria (cosa que, por cierto, no descarto, visto el cariz que está tomando la educación en España).

Al parecer el contrato de cesión del espacio para la grabación del videoclip de "Ateo" ha podido aportar a las arcas del cabildo primado de la catedral de Toledo la nada desdeñable cantidad de quince mil eurillos. Sin embargo, cuando la canción ascendió a los cielos de YouTube la tangana que se montó fue chica. El batallón pro-defensa de la fe protestó sonoramente ante una bachata con tanto peluseo (nunca mejor dicho) y, si bien el deán salió en defensa de la grabación aludiendo a la historia de una conversión mediante el amor humano, ante la inmediata relevancia alcanzada por el videoclip -casi ocho millones de visualizaciones en una semana- el arzobispado de Toledo montó la tangana, despejó balones fuera, y pidió disculpas a quienes pudieran haberse sentido ofendidos o heridos por ese baile sensual que, en palabras del deán, "utiliza un lenguaje visual provocador, no afecta a la fe".

Al final, la tangana conllevó la expulsión de un jugador. El deán dimitió tres semanas antes de su jubilación. El artista obtuvo una campaña publicitaria descomunal por un precio irrisorio y el arzobispado de Toledo… bueno, creo que no ha devuelto los quince mil euros cobrados. Y aquí paz y después gloria. Cuánto malandrín junto, ¿verdad? Y malandrina.

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