Era lo esperado. La presidenta de Andalucía, Susana Díaz, ha convocado elecciones autonómicas para el próximo 2 de diciembre, día de Santa Bibiana, aludiendo a diversos motivos que se deben traducir en que le interesa hacerlo así y ahora. Un día visita las instalaciones de Navantia, una vez salvado el match point de Arabia Saudí, y otro disuelve el parlamento buscando el beneficio de los andaluces (y las andaluzas, añadiría ella). Tengo claro que el adelanto electoral se ha pactado previamente con Juan Marín y Ciudadanos. Habrá que comprobar si la tibieza opositora de los anaranjados les pasa factura en los comicios de diciembre, justo los primeros en los que sus estatutos les habilitan para compartir gobiernos con otras formaciones. Las razones dadas por Susana Díaz son vagas y etéreas, un sumatorio de buenos deseos y marketing 2.0, pero en su mano estaba convocar a los andaluces a las urnas y allí estaremos, si Dios quiere.

Por cierto, abro comillas: López Gil publica una fotografía suya con la presidenta manifestando que compartir la firma del decreto de disolución con ella le es un privilegio. El privilegio, Fernando, sería estar en la inauguración del tranvía entre Chiclana y Cádiz, pasando por la Isla. A este paso puede ocurrir como a Teófila con el puente nuevo: que la cinta la corte el sustituto.

Fue anunciar la fecha de diciembre y el Partido Popular de Moreno Bonilla sacó un informe policial que cuantifica en treinta y dos mil euros el gasto realizado con tarjetas de la FAFFE en prostíbulos de Cádiz, Sevilla y Córdoba, principalmente. La presidenta andaluza no pudo sino mostrar su disgusto ante la rueda de prensa del candidato popular en la puerta de un puticlub sevillano, el Don Angelo. Normal, le robaba el foco de atención y le afeaba al partido socialista el despilfarre que "unos pocos golfos", que diría otro, hicieron con fondos públicos. Susana Díaz mostró su rechazo más absoluto aunque erró al usar la copulación adversativa. Presidenta, debe darle igual que el gasto en rabizas se hiciera ayer o hace diez años.

Resulta triste que un partido progresista y feminista como el PSOE tenga este tipo de escándalos -como el de los ERE y los cursos de formación- que reflejan el daño democrático que hace a una región un gobierno tan prolongado en el tiempo y sin alternancia electoral: la confusión de lo público y lo privado, las corruptelas y amiguismos, los dedazos y la falta de autocrítica han derribado gobiernos de distinto signo no hace mucho así que Susana Díaz debe mostrar especial cuidado y cautela, una vez superadas sus aspiraciones nacionales. Sus adversarios explotarán sus debilidades -muchas de las cuales son, más bien, del sistema del que ella surgió- y recibirá ataques de todo tipo en sus muchas líneas de flotación: las malas políticas estructurales de empleo, la poco dotada sanidad pública y la temida sentencia de los ERE, que llegará cuando menos le convenga.