Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Cuando se habla de servicios públicos, casi todo el mundo piensa en la educación y la sanidad, lo que parece bastante natural; especialmente en estas fechas pandémicas, que vamos aguantando como podemos.

Sin embargo el concepto abarca muchos otros campos, todos aquellos que el Estado y/o las Comunidades Autónomas deben proporcionar a los ciudadanos. Por ejemplo, la vivienda, el transporte, la seguridad, la justicia y hasta las fuerzas armadas. Se supone que los contribuyentes pagan con sus impuestos todas estas cosas y, en consecuencia, adquieren el derecho a ellas y, en teoría, a su control.

Claro que algún político despistado debe de pensar que los servicios públicos son los antiguos y hoy extinguidos urinarios públicos, como los que atendía la mujer del inolvidable Plácido, de Berlanga. Eran unos lugares bastante sórdidos y de limpieza variable, a cuya entrada solía haber una pobre y solícita señora, que proporcionaba papel higiénico y otros objetos necesarios. Algunas, especialmente industriosas, completaban sus magros estipendios con la venta de tabaco y cerillas. La última que yo conocí oficiaba en los servicios del Café Barbieri de Madrid y era toda una institución. Por ese desenfoque tales políticos ignoran o se hacen el longuis respecto a su principal obligación. Despistadillos.

La prestación de esos servicios requiere de personal y recursos materiales adecuados, no siempre suficientes y, aquí, en España y en Andalucía, claramente insuficientes; especialmente cuando se plantea una situación de crisis.

Asombra bastante, por ejemplo, que algunos bocazas proclamen que tenemos la mejor sanidad del mundo. Uno tiende a pensar con alarma: "¿Cómo será la peor?"

Y es que sí se puede decir que tenemos un excelente personal sanitario, pero que es insuficiente a todas luces y, desde luego, carece de los recursos suficientes para desempeñar sus funciones con comodidad y eficacia. También me refiero al personal auxiliar, igual de necesario, como es el de limpieza y otros menesteres.

La experiencia directa de algunas personas muy próximas a mi en el Hospital que atiende a varias poblaciones de la Bahía me ha preocupado bastante. Una de estas personas acudió a Urgencias con un pinzamiento torácico - abdominal, preocupante en la actual situación. Me cuenta que fue introducido en una minúscula sala de espera, en la que se hacinaban sin ninguna distancia de seguridad muchísimas personas, unas sentadas, otras en camilla, con un solo lavabo disponible para todas ellas. La espera fue de unas cinco horas, porque el personal sanitario no daba más de sí y, cuando le correspondió ser atendido, otra larga odisea de pruebas; eso sí, sumamente meticulosas y eficaces. Cuando intentó conocer su diagnóstico, ya de vuelta a casa, nadie cogía los teléfonos prescritos a ese efecto y le costó horas comunicar para que le informasen de su negativo en el virus. Algo no funciona en el sistema, porque a otra pariente mía le vino a pasar más o menos lo mismo.

Yo creo que el personal hace lo que puede con los medios de que dispone. Por desdramatizar un poco, recordaré un viejo chiste:

Un señor llega a su tertulia habitual hecho polvo y con muy mala cara: "¿Qué te pasa, hombre?" "Pues que ayer fui a las carreras de caballos." "¿…?" "Es que me confundí y, en lugar de irme a la tribuna, me metí en boxes." "¿…? "Pues que, cuando me quise dar cuenta, ya me habían ensillado y tenía un jinete montado a la chepa" "Y tú, ¿qué hiciste?" "Lo que pude, llegué el tercero."

Algo así sucede con nuestros médicos, enfermeras y demás sanitarios, creo yo.

Con el personal de educación, algo por el estilo. Porque están recibiendo toneladas de papel en protocolos variados para la vuelta al colegio, pero el hacinamiento en las aulas y otras zonas persiste, las contradicciones en las instrucciones que seguir en la actual situación se suceden; pero ni se contrata al personal necesario, ni se piensa en habilitar espacios idóneos para que la docencia se realice en las condiciones adecuadas. La mayor carga para hacer frente a la situación está recayendo en las directivas de los centros, en el profesorado y en el personal no docente, que a veces realiza cometidos completamente ajenos a los suyos propios.

Me cuentan de un conserje de cierto instituto chiclanero que le ha sido asignada la función de tomar la temperatura a los colegiales. Del mismo modo se designa como coordinador de control del virus al primero que pasaba por allí, tal vez un profesor de filosofía carente de cualquier conocimiento facultativo.

Un voluntarioso ejército de Pancho Villa se enfrenta a las baterías pesadas del enemigo.

Por lo visto dijo Felipe II que había enviado a sus barcos a luchar contra los enemigos, pero no contra los elementos. Tal vez el "Rey Prudente" pudo poner al frente de la armada a Don Álvaro de Bazán, pero, como éste dio en el error de fallecer, puso a toda prisa y sin reflexionar al incompetente Duque de Medina Sidonia, que sabía tanto de barcos, como yo de fabricar alfajores. Y no lo digo por nadie.

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