Puente de Ureña

Sal, literatura y navidad

Me advirtió de la cantidad ingente de gente sin calidad literaria que publica

Cuando iba a pescar, entre la sapina, las salicornias de los caños, los cangrejos salían con su agitado violín. Los viejos, veteranos cangrejos de toda la vida, verde botella añeja entre el fango y la tierra, donde sentías crecer el agua, el crepitar de las coquinas, su eterna huella de pie de ave…

En la mañana el cielo está tiznado. El agua tiene el rizo de los vientos más fríos.

Siempre soñé con un belén natural en las desoladas güertafueras. En una casa de salina, en una compuerta… Joaquín Quijano fue el primero que lo plasmó en una fotografía salinera con un verso mío. Joaquín Quijano fue un artista en una Isla antiartística.

A lo mejor por eso, esta mañana, cuando iba a salinear, me encontré con un amigo lector, que me puso en guardia, una vez más, contra las arbitrariedades literarias de la ínsula en cuestión. Me advirtió de la cantidad ingente de gente sin calidad literaria que publica ahora, que incluso se atreve a copar revistas, universidades, ateneos, etc., en lo que yo considero impostura de la fama, porque carecen de premios literarios con pedigrí, libros autoeditados en editoriales que enmascaran la autoedición, expertos en autoalabanzas. En mi Diario de Cádiz, leí, me lo recuerda, que esta plebe anda fabricando subgéneros, novela negra, novela negra de ambiente nórdico, literatura sexista, femenina -el chick lit posfeminista, o de segunda ola del feminismo, novela testimonial, de autoedición, contrafactual, y -agárrense fuerte- novela literaria. Como si lo demás no lo fuera. Y luego entra la dramaturgia de nuevo cuño. ¿Para qué? Pienso que para vender la mediocridad con tapas duras.

Existe una pléyade de tópicos, frases hechas, lugares comunes, que nos quieren pasar por novedades posmodernas.

Cuando por la noche acudo al Pregón de la Navidad de la Academia, veo la soberbia elaborada en ciertos rostros. El pregón de una Navidad que Manolo Casal elabora con recuerdos totales de su vida en La Isla. Al hacer un mapa mental de su isla, sus huertas, sus vecinos, sus juegos, evoco la vieja almadraba abandonada. Así, con ese endecasílabo melódico puro, la recogía ya Berenguer en Marea Escorada, isla escorada, acabada, en la vieja marisma abandonada del Parque Natural, donde el cangrejo violín, cada vez más pequeño, alza su maza medieval en rítmico anapesto. Habrá autoediciones de cangrejos. Es Navidad, me digo, es Navidad y empecé esto hablando de Joaquín Quijano y su arte fotográfico, cuando lLa Isla contaba. Aquella Isla que evoco ahora:

La luna aquí es un cristal/En medio de la bahía./Casi una candelería/Soñando con el portal./¿Una estrella bautismal?/A lo mejor la sapina/Si florece en la salina/con su lividez pequeña/sobre la cuna le enseña/las salicornias marinas./

Debo hablar de paz, concordia, unanimidad, sentido que Cervantes aplicó perfectamente en su tiempo…

Cada puta hile…y, comamos.

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