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Periódicamente estalla el conflicto saharaui, retumbando en nuestras conciencias. España tuvo, y sigue teniendo, un comportamiento deleznable con la que fue una de sus provincias. En noviembre de 1975, el patriótico gobierno franquista, el glorioso ejército nacional y el entonces jefe de Estado en funciones, Juan Carlos I, traicionaron sus compromisos internacionales y a miles de saharauis, que eran ciudadanos españoles, demostrando una cobardía vergonzosa, entregando el Sahara a Marruecos y Mauritania.

Marruecos entró en la que era 53 provincia española bombardeando a la indefensa población civil con napalm y fósforo blanco. Miles de saharauis huyeron, en una hégira épica, al Sahara argelino, una de las zonas más inhóspitas del mundo. Y allí siguen, esperando justicia.

El Gobierno de Hassan II ocupó el Sahara con población marroquí, apropiándose de las casas y tierras de los saharauis huidos o asesinados. Y todo desafiando a la legalidad internacional, pues tanto la ONU como el Tribunal Internacional de la Haya han refrendado el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui, determinando que el Sahara Occidental es un territorio a descolonizar, negando a Marruecos cualquier derecho de soberanía. Para consumar la apropiación ilegal del Sahara Occidental y de sus recursos, Marruecos ha contado con el amparo de Estados Unidos y de Francia, y con la inacción de España que, no olvidemos, sigue siendo la potencia administradora de un territorio a descolonizar, y que, por tanto, tiene la obligación de proteger a la población y organizar el referéndum de autodeterminación.

Ahora el gobierno marroquí ha desafiado a nuestro país. Pretende que España y la UE reconozcan su soberanía sobre el Sahara, y exige que nuestro gobierno le informe de los movimientos de los representantes saharauis. Esta exigencia inadmisible ha contado con un aliado insólito, la patriótica derecha y ultraderecha, que han acusado al gobierno español de crear este conflicto por haber recibido al presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, que es la interlocutora de la ONU en el proceso de descolonización.

El pueblo saharaui ha soportado estoicamente traición tras traición por parte de los gobiernos de España. No lo defraudemos de nuevo; apoyemos un Sahara libre.

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