Análisis

Carlos Medina

A Rodríguez Murillo: Orgulloso de ser tu amigo

Cuando el pasado martes Miguel Cuesta me llama para darme la noticia del fallecimiento de Pepe Rodríguez Murillo, me quedé tan bloqueado, que sólo pude comentarlo en la redacción para retrasar el envío a imprenta de la última parte de la revista de ¡Ese Cádiz…Oé! del partido de este sábado con el Tenerife. Así tuve tiempo de incluir un sentido recuerdo al querido amigo. También me vi, como le dije al director de este Diario, David Fernández, y a mi compañero Fernando J. Díaz, incapaz de escribir un artículo en memoria de Pepe.

24 horas después sí lo he hecho, con un tremendo dolor , creyendo que es lo más justo por Maribel, su mujer; sus hijos Pepe, Maribel y Carmen, y sus hermanos Fernando y Carmen. ¿Y por Pepe Rodríguez Murillo? Pues casi que no porque no tengo palabras, no hay frases, ni modo alguno de poder describir y calificar a una persona con tanta calidad humana, de una gran valía profesional como dermatólogo y con una enorme capacidad para ofrecer siempre su corazón y sus conocimientos a propios y extraños. No existen palabras escritas que le puedan hacer justicia, tal era su grandeza, a todos los niveles.

Pepe descansa ya, que era lo que él quería, tras sufrir una larga agonía, tras las operaciones que padeció y que fulminaron su enorme actividad profesional y social. Fue un ejemplo para todos; un cadista con el corazón amarillo desde hace muchos años; un ser apreciado, admirado y querido por todos. No hay palabras. Y así pensaran, seguro, los seis amigos que junto a él nos reuníamos, algunos jueves, para almorzar en 'La Marea' y alegrarle la vida durante un par de horas: Mikel Elorza, Miguel Cuesta, Pepe de 'La Gloria', Gianni Campos, Marcos Zilbermann y yo mismo. ¡Cómo nos agradeció siempre esos momentos! Ya no está en vida, pero nos acompañará siempre. Por eso a su esposa, hijos, hermano, a los que también van dirigidas estas líneas, les quedará la gran alegría y el orgullo de comprobar, cómo se respetaba y se quería a Pepe, como se comprobó en su sepelio, una impresionante manifestación de pesar. En 1996 ya fue Rey Mago en Cádiz, ahora es un Rey Celestial.

Descansa en paz, Pepe, aunque nosotros siempre te echaremos en falta. Tu Cádiz y su gente, seguro que también.

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