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Análisis

manuel amaya zulueta

La Religión nueva o el Nolotil

La individualidad del Pálpito Amarillo ya es un hecho. No histórico; pero si periodístico. A veces se me pasan varios días sin verlo. Pensar que antes vivía amablemente dentro de mí, vamos que formaba parte de mi ser, o de la parte de mi ser que utiliza el fútbol como analgésico para todo. Hay quien lo toma como nolotil…, no les digo más. Porque en eso se ha convertido el futbol de los collons, que diría un indepe de pro, no como Rufián, que se ha hecho del Madrid poco a poco de tanto ver a Benzema meterlos de tres en tres.

Porque sociológicamente el fútbol se ha metamorfoseado en la Religión universal, señores. Al fin una religión para todos. Ni cristianos, ni musulmanes ni budistas ni… Me voy al furbo, Maruja. Y eso lo dicen lo mismo un gringo, (green go home, gritaban los de Pancho villa) uno del turbante, el primo de ese inglés que se peina con la batidora, el Jonhson, que un chinojaponé, como se generalizaba cuando yo era chico en el Piojito.

Mi amicísimo Vicario de Pastoral de la diócesis de Putilandia, cuando los del clero le afirmaban rotundamente que Juan Pablo II llenaba estadios de fútbol con su presencia, les respondía. "Y Messi también".

Pues como les aseveraba: La individualidad del Pálpito Amarillo ya es un hecho consumado. Pero he ahí que la vida pone a cada uno en su sitio y mira por donde, me lo encuentro en palco vip a las dos de la tarde, y, tras darnos abrazos y besos de rigor, le pregunté por el o mi Pálpito Amarillo y me espetó en toda la cara: "A parmá, titi", yo asentí con la cabeza. "Eso es lo que hay", como largaba Tía Lala, la de la lechería de mi tío Enrique Amaya en san Francisco esquina con Beato Diego.

Sabíamos ambos que íbamos al matadero. Pero durante el partido, que lo vio conmigo, fuimos cambiando de opinión. Los yellow boys estaban bien plantados en el césped de Carranza. La parejita ésta procedente de Valladolid, España todavía, llevaba la manija con soltura, nuestro común ídolo el Pacha, como siempre, a lo suyo, Negredo incordiando a Bartra y al otro, Lucas Pérez escondido en su socavón particular, y Alejo galopando vez y otra hasta que, coño, metió el gol. Pálpito y yo llorando de alegría. "Qué bien Pálpito mío, que nos equivocamos, Dios existe." Y así hasta el minuto 70, más o menos. Pero todo fue el bisnieto de Drácula lanzar al circo a Tello y meter éste un chut esquinadísimo que nos hundió en la malaventura. Y lo peor estaba por llegar, porque cuando el del pito se rasca el oído del cerumen acumulado, nos miramos y nos dijimos: "Y ahora, la tele"." Como vaya a la tele, penarti seguro, nene", afirmó blanco el que siempre es amarillo. Y digo, lo de la tele no falla. Visionan unos segundos y al sitio nefasto der tirón. Al menos con nuestro Glorioso es así siempre.

Seguir garrapateando en las teclas del portátil es tontera, como le gustaba escribir a don Luis Berenguer.

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