El historiador griego Epaminondas habla bien el castellano y sabe que cuando el médico le manda un tratamiento de pastillas, es una orden y asume la obligación de realizarlo. Pero también sabe que cuando el médico recomienda andar, es una recomendación que sería bueno seguir y dar un paseo de vez en cuando.

Cuando leyó la circular número 71 de la Federación Española de Fútbol, no la entendió. Se dan una serie de Recomendaciones Básicas Generales, pero no se trata de que sería bueno que los clubes las siguieran, sino que tienen que firmar un documento diciendo que las cumplen. Entonces, ¿son recomendaciones o son obligaciones?

Entre todas las recomendaciones hay dos que Epaminondas no sabe cómo aplicar. Una dice que los jugadores deben lavarse las manos antes y después de cada entrenamiento, de manera correcta y durante al menos 30 segundos. ¿Cómo pueden garantizar los equipos que esto se cumple?, ¿pondrán a alguien con un cronómetro junto a cada jugador cuando se lave las manos?

La otra dice que cuando los jugadores no estén entrenando deben mantenerse en sus domicilios y no hacer vida social. Eso será fácil para un jugador profesional, pero en un play-off de ascenso a la División de Honor, por ejemplo, no es tan sencillo. Se trata de jugadores que dependen de un trabajo al margen del fútbol, y no pueden dejar su trabajo.

Además, los clubes firman que eximen a la Federación de cualquier responsabilidad. Si la responsabilidad es de cada club, ¿Por qué tantas recomendaciones que son obligaciones?

En el fondo el problema está en regular para jugadores profesionales y pretender que esas mismas normas se cumplan desde los clubes que no son profesionales. No es lo mismo. Es el mismo fútbol pero distintas condiciones.

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