Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Puro teatro

El Congreso se ha convertido en una gran teatro, donde se manifiesta la mediocridad de sus actores, que no se saben el papel

No todo es igual ni tiene por qué ser igual. A veces nos preguntamos que cuál es la verdadera verdad. Era mejor lo de antes o lo de ahora. Podríamos asimilar lo anterior trasladándolo a estos tiempos. Pero hay cosas que han evolucionado en dirección contraria. Cosas que por muchas vueltas que se le quiera dar, no podemos evitar echar la vista atrás y reconocer que tiempos pasados fueron mejores.

La política española goza hoy de su mayor desprestigio de la historia democrática. Y se lo ha ganado a pulso. Pero qué está pasando, cómo se ha llegado a esta situación, quién o quiénes tienen la culpa.

Todos tenemos una cuota, una parte de culpabilidad de esta situación. En primer lugar, los propios políticos y en segunda posición, los propios ciudadanos que muchas veces votan sin ninguna responsabilidad. Y la política de un país no se puede decidir por descarte. Que están en su derecho, es cierto. Pero hay que tener conciencia de lo que se elige. Cierto que siempre ha habido broncas en el Congreso, fuertes discusiones. Y también en los ayuntamientos. Pero esto que está pasando ahora no tiene antecedentes. Miren desde la época de Aznar, la política española no ha conocido consenso. No ha habido una política de Estado capaz de poner de acuerdo a todos los participantes. Y la historia reciente esta ahí. La derecha, cuando pierde el poder, siempre se limita a deslegitimar el triunfo de la izquierda. Y está sucediendo ahora.

El gobierno de Sánchez es ilegítimo, dice Casado y el señor de Vox. También lo era el de González y el de Zapatero. No se quién o quiénes son los que dan el certificado de legitimidad. Yo creía que en una democracia eran los ciudadanos los que legitiman a los gobiernos. Pero del descrédito de la política tienen todos la culpa. Derecha e izquierda se han perdido el respeto los unos a los otros y también a los ciudadanos. Antes eran contrincantes y ahora son enemigos. Antes se utilizaba la ironía, la gracia, para atacar al contrario y ahora se ha perdido esa gracia irónica y se utiliza la mala educación, la falta de respeto, la mentira e incluso la calumnia.

No es de recibo que con los problemas que tenemos encima se reúnan sus señorías para insultarse los unos y los otros y no se hable de las necesidades de los ciudadanos. Hay que arreglar la sanidad, la educación, las pensiones, la reforma fiscal, la justicia y sobre todo el paro. ¿Y? Pues nada. Fíjense ustedes en la comisión para la desescalada de que se habla, de facherío, de rojerío... Y ¿de economía? Nada. El Congreso se ha convertido en una gran teatro, donde se manifiesta la mediocridad de sus actores, que no se saben el papel. Hay muchos políticos y muchos líderes prefabricados en este país. La pandemia está en toda Europa y no se conoce una política de tan baja estopa como la que se está haciendo en nuestro país. Un país totalmente dividido, partido en dos, donde la bandera (que yo creía que era de todos) de España la vuelven a utilizar con tambores de guerra y no de paz. ¿Qué le esta pasando a este país donde la política se hace con las tripas y no con la cabeza?

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