El lunes aparecía El Puerto de Santa María como escenario para una prueba de exteriores en MasterChef, un programa de televisión que, aunque no veo, me consta que es seguido por millones de personas, y más cuando se trata del que pone en aprietos a gente famosa con las manos en la masa.

Esto, sin lugar a ninguna duda, supone un aldabonazo a una ciudad que vive del turismo, porque guste o no somos una ciudad de servicios, turística, enfocada a visitas que cada vez ocupan mas meses del año, y ello por diversos motivos, entre los que, supongo yo, tendrá algo que ver lo de las playas, que por cierto no las puso el alcalde para joder a los que quieren que esto sea una ciudad industrial.

Tampoco podemos olvidarnos que con la elección de El Puerto de Santa María tendrá algo que ver el chef con estrellas Michelin, que aunque a muchos les fastidie que no haga cloquetas, con l, por eso del lenguaje insultivo, y pescaíto frito del barato, es un referente mundial en el sector gastronómico, y para la pena de muchos ha elegido esta ciudad.

Este tipo de actos tan solo acarrean beneficios, beneficios para todos, porque una publicidad gratuita, aunque ya alguno dirá que es un despilfarro, genera que en miles de hogares suene el nombre de una ciudad costera que ofrece sus servicios todo el año.

Resulta evidente que la ciudad se mueve, quizás no seamos aquella locomotora de la Bahía de hace no tantos años, posiblemente no vuelvan aquellos veranos de discotecas; las bodegas ya no volverán a hacer sonar la sirena a las tres de la tarde; y los días de levante no escucharé las madrugadas de faena llegando al muelle. A pesar de ello, vivimos tiempo de turismo; de posicionamiento gastronómico; de relevancia logística para algunas empresas; vivimos tiempos que hacen sonreír a El Puerto, y que espero no se detengan.

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