Cuando septiembre se lastima en los derrumbaderos del otoño, cuando la playa está más tranquila, aunque el caño siga muerto y lo que prometiera la alcaldesa de hacerlo navegable en su promesa electoral, humo y olvido, me voy a Gallineras, a bordo de una barcaza vieja y varada, para evocar, una vez más a Berenguer. En septiembre, como un Juan Lobón furtivo, lo escoró la muerte. Luis en ese tiempo, cuando el caño se encaña entre sus lodos, me recuerda a Vallejo, su Vallejo, su poeta con una miga extraña en la garganta que decía que todo estaba bien, que todo estaba bien…Lo veo moviendo la cabeza en el asentimiento.

O recitando entre rezones a Verlaine, otro poeta que compartía con mi querido amigo Enrique Montiel, del que se sentía orgulloso porque fue su descubridor. ¡Cuántas lecturas donde ambos comunicaban sus ideas sobre estructuras, tramas, personajes! Viven en sus páginas Bermejo el guardia, el Padre Anelo, Pepe el del gallego, Pablo el Guarda, Shiaffino otro guardia, la Mari Calvo que ponía breva a los hombres…

Allí en la marisma donde con Juan Mena tomábamos café de pucherete, oigo su voz mientras el Nía tomaba pirriaque -el vino más malo del mundo- que decíamos. Impresionismo de Luis.

La marisma nuestra, el desamparo de los charcones que forma el río. Árboles escorados a poniente por la costumbre del viento. La Isla de las huertas. Se adivina la arcada del puente del alarido, el aire familiar y eterno, olor a muladar, cacareo de gallinas, perros turcos de pelo como borra

Histerológico Luis con su Tía Loreto que coleccionaba frascos de perfume en su alma recién casada de viuda…Antitético y mágico. Sus endecasílabos perdidos en la prosa rítmica que tenía. La cara campesina de Norberta, la plata de las gotas y las risas…

Ah, Luis, memoria viva de septiembre, mientras en el lanchón, tras el club de pesca, bebo café de carajillo estilo del quince, que muere en las marismas disecadas. Pictórico y barroco. Pero con un revuelto impresionista de clase: Caían alfajías en el patio, cascotes y peligros, arañas como cangrejos y ruidos… y Verlaine sonando en la marisma…

Les sanglots longs/ Des violons/De l’automne,/Blessent mon coeur/ D’une langueur monotone. (Los sollozos largosviolines/ desde el otoño/ herir mi corazón/ de una languidez monótona)

La gloria de un escritor descansa en la facultad de seguir siendo motivo de gozo para la clase culta…lo estoy oyendo mientras el fango respira y el aire frunce las banderas…Si viese lo que hoy llaman clase culta…Qué horror. Vacui.

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