Yo, como cualquier persona, estoy harta de restringir contactos, evitar las masas y llevar mascarilla. Pero también, como algunas, soy consciente de que no es el momento de echarlo todo a perder. Así que si llega el fin de semana y me apetece que me dé un poco el aire, charlar con los amigos y echar un buen rato, meterme en un bar hasta arriba de gente no me apetece. Ya era yo poco dada a las bullas en veranos pre-COVID, con más motivo ahora.

Tirar para la playa cuando empieza a vaciarse, con tiempo aún de algún baño, dar una caminata y cenar bajo las estrellas se me antojaba de lo más agradable y poco arriesgado. Más ventilación que en la orilla del mar no se me ocurre.

Sin embargo, ahora resulta que estar en la playa es una actividad de riesgo a partir de las once. Lo dice la Junta y lo confirma nuestro Ayuntamiento, que al contrario que otros municipios de la provincia, se dispone a impedir su uso durante la noche.

El último día que, creyéndome responsable, elegí pasar así la velada, coincidimos, hasta donde me alcanzaba la vista, con una familia con las cañas de pescar, otra en el mismo plan que la nuestra, y un grupo de jóvenes de botellón.

Con la nueva norma, el que pesca puede seguir yendo a la playa, pero sin su familia; los del botellón se irán a otro sitio a beber, quizás más abarrotado (dudo que se encierren en casa todo el fin de semana); y los dos grupos que íbamos con niños tendremos elegir: o nos pasamos el sábado noche viendo una peli en el sofá, o vamos a cenar a algún sitio previo pago, porque se ve que el hecho de consumir es la mejor barrera contra el coronavirus. De hecho, podemos seguir yendo a la playa, pero al chiringuito.

Soy la primera en mostrarme comprensiva con los bandazos que hemos dado con las normas de prevención, porque sabíamos poco y hemos improvisado. Pero ya deberíamos haber aprendido. No solo sobre la trasmisión del virus. También de la importancia de dictar normas proporcionadas y justas, que no parezcan arbitrarias ni interesadas, al menos si queremos que la ciudadanía confíe en sus gobernantes.

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