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Pinchazos

No quiero parecer insensible ni tampoco frívolo, pero uno ve ya cortinas de humo por todos los lugares

Ahora resulta que tras el conciertazo multitudinario que ofreció David Ghetta en El Puerto de Santa María en la provincia de Cádiz en pasadas fechas ha habido un montón de denuncias en los centros médicos y las comisarías de mujeres que dicen haber recibido pinchazos nocturnos en locales y discotecas, manifestando incluso que alguna se desmayó poco después. Se habla por ahí de sumisión química, de bromas pesadas y la verdad es que la gente se ha puesto muy nerviosa, entendemos que con razón. Por lo visto la Junta de Andalucía se ha puesto las pilas y está investigando las pruebas y analíticas tomadas a las presuntas víctimas.

No sé si creerlo, la verdad. Puede ser que, una vez más, la gente quiera protagonismo, o esté hipersensibilizada, o quizás se haya producido una nueva moda en el mercado de los alfileres o jeringuillas, por muy delictiva que sea, en esta España que busca el ahorro energético. No me atrevo a pensar que exista una red de secuestradores o violadores andaluces a pie de calle. Más probable me parecería que cuatro niñatos hagan la gracia a altas horas de la madrugada. Lo que sí tengo claro es que a buen seguro habrá guantazos por doquier en las discotecas de Andalucía y de toda España cuando salten las falsas (o verdaderas) alarmas y salgan a la dance floor los valientes defensores de la integridad femenina con la espada de Colombia en ristre. Y las defensoras.

Como si estuviéramos inmersos en una psicosis colectiva, auspicio que hasta que comience septiembre y vuelva la política habitual a ocupar nuestros telediarios, digo nuestras vidas, veremos muchos pinchazos, más incluso que si juntamos los de The Wire (los de los dos tipos, los de Bubbles y los de McNulty).

No quiero parecer insensible ni tampoco frívolo, pero uno ve ya cortinas de humo por todos los lugares. Apenas se habla ya de la invasión rusa de Ucrania, de Pelosi aprendiendo chino mandarín o de los patinazos de Biden, aunque alguno respira tranquilo ante la aparente bajada del precio de la gasolina, pese a la cantidad e navajazos que recibimos mensualmente por el consumo eléctrico, que eso sí que son pinchazos. Pero vamos, que da igual. Empieza ya la nueva temporada futbolística y nos amansamos celebrando fichajes y títulos (del Real Madrid, claro), con el pinchazo de cada siempre de Karim Benzemá, el mejor jugador del mundo. Ese mundo post- covid que avanza con regularidad, a pesar de habernos pichado tres o cuatro vacunas, y en el que una nueva enfermedad nos es presentada en China, claro está.

En resumen, que habrá que esperar a ver qué dicen las autoridades autonómicas (y la policía, supongo) de esos pinchazos que parecen ser que ha habido en Cádiz (y en el resto de Andalucía) y que he leído que alguna administración quiere convertir en delito de odio (como el que odia ir a que le saquen sangre, supongo). No hay como aprovechar la ola de la serpiente veraniega para marear la perdiz, sobre todo si muerde y da pinchazos cual Mamba negra.

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