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Pegasus Sánchez

Por pudor, casi preferiría que hubieran hackeado el sistema de defensa antimisiles nacional; a saber qué descubriremos en próximas fechas

Primero aparecieron los audios de Gerard Piqué y Luis Rubiales, unas conversaciones amistosas -convenientemente- filtradas a la prensa para destrozar vidas y reputaciones. El central del Barça llevaba toda la razón pese a su enfado: aquello era un delito. Lo del robo y difusión de las grabaciones, me refiero. Luego empezaron a dar la turra los independentistas catalanes, Rufián y el tipo insípido ese que es suplente del suplente de Puigdemont. Por lo visto durante la movida narcoléptica del frustrado proceso de secesión habían sufrido espionajes más de sesenta políticos catalanes; estaban más vigilados que un cangrejo en un cubo. Y mientras se rechazan comisiones de investigación del asunto, aparece -convenientemente- la noticia de que los móviles de Pedro Sánchez y la ministra Margarita Robles también fueron infectados en 2021, pero no del Covid, sino del Pegasus.

No sé por qué le pusieron al programita en cuestión el nombre del caballo alado de la mitología clásica, la verdad. Puede que el programador fuera fan de los Caballeros del Zodiaco. Supongo que lo haría por marketing, para vender mejor el producto. Uno que atenta frontalmente contra cualquier derecho a la intimidad y que puede adquirirse sin problemas siempre que estés podrido de pasta.

El que haya contratado el programa Pegasus para fisgonear el móvil de Pedro Sánchez es un peligroso delincuente. Coincidiendo con momentos puntuales y críticos de la política patria -problemas con los independentistas catalanes o la frontera ceutí/melillense-, hace cosa de un año le metieron al presidente del Gobierno un troyano de buen calibre en todo su móvil. Dos millones de euros cada móvil, cuesta la broma. Incluso más. No había otro modo de cotillear su terminal, al parecer. La opción de cogerle el dedo gordo para desbloquearlo con su huella cuando estuviera durmiendo la siesta era muy arriesgada y fue descartada de inmediato por el servicio de inteligencia ¿marroquí?

Podríamos pensar que Sánchez es Pamela Anderson. O que podría serlo. No hace mucho que se ha estrenado la serie de TV basada en aquellos vídeos sustraídos a la ex vigilante de la playa en los que aparecía desnuda practicándole sexo oral a su pareja en un yate. Asocio ideas: es preocupante pensar qué podía tener PS en su IPhone en 2021 porque le tangaron varios gigabytes de datos. Datos que, entiendo, serían secretos y muy relevantes. De hecho, los grupos políticos sin sentido de estado han pedido  -convenientemente- la cabeza de la directora del CNI por esta brecha de seguridad, los muy machistas.

El tema es grave. ¿Y si lo sustraído no se trata de los planos secretos del Banco de España, el plan de huída de Moncloa o la clave de suscriptor del BOE? Podría ser muchísimo peor: imaginen los selfies de Pedro llegando al gimnasio a las 7 am, el postureo del secretario general del PSOE haciendo un arrocito en paella a sus ministras, la foto de Sánchez haciéndole un pulso a Putin, los paseíllos de la maratón G-8 con Biden, los memes cachondeándose de Susana Díaz, el vídeo del concierto aquél de Vetusta morla al que fue con su esposa (el del Falcon). ¿Saben qué les digo? Que por pudor, casi preferiría que hubieran hackeado el sistema de defensa antimisiles nacional. A saber qué descubriremos en próximas fechas.

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