La esquina del Gordo

Paisa, mí no entender

En Andalucía, donde un triunvirato descabalga del poder a unos fantasmas

Ni mí, ni tú, ni él. Esto ya se ha convertido en un carajal donde nadie entiende nada gracias los que, por su ineptitud y su soberbia, lo emputecen todo, como la tal Rahola, que ha visto en ruso una película muda.

Podría empezar por lo ocurrido en Andalucía, donde un triunvirato descabalga del poder a unos fantasmas después de treinta y seis años con mando en plaza; tiempo sobrado para conseguir situar a esta comunidad en el culo de Europa. Este triunvirato, digamos de derechas revueltas, está encabezado por unos desconocidos, cazadores de aguardo, sin más identidad que la que obligadamente les dan los que están con la boca abierta. Un tal Moreno Bonilla figura al frente de los casi 35.000 millones de euros de Presupuestos, principio y fin del melodrama. Por otra parte el tal Juan Marín, un zangolotino asentidor de lo que se le ponga por delante, capaz ir por la vida sin definirse, como su jefe de filas, si hace a pelo o a pluma y maestro de ambigüedades convenientes. El otro fulano, pecador de la pradera, nacido con el sambenito de canalla ultraderechista, haciendo de pararrayos o, lo que es lo mismo, guardia entre los luceros hasta que, por rechazo, le llegue su hora, que no tardará si los demás siguen tocándole las narices a los ciudadanos.

Si miramos más arriba, donde todo transcurre tras una niebla espesa, podemos encontrarnos con unos transeúntes alternando con salteadores de caminos, incluyendo las vidas y haciendas de sus propios adeptos que no pueden costearse mansiones en waterluses o permanecer escondidos para recoger las nueces mientras otros les sacuden el árbol y a la espera de los descarrilamientos lógicos sin llegar a saber que en este país todos circulan sin vías.

El ejemplo más claro, después del Indeciso, está en el Transeúnte, cuya sensibilidad socialista siempre ha estado en duda desde que apareció en escena. ¿Para siempre? Es pronto para profecías pero no hay que olvidar que tenemos una frase borde para definir la desesperación: "El que no tiene otra cosa, con su mujer se acuesta". En esa estamos. "Tiempo vendrá que a mí bueno me hará". Esto sí es un refrán inexorable. ¿O no se acuerdan ya de Zapatero?

¿Y después? Bueno, siempre quedarán jirones de la antigua farsa. Siempre habrá un Pablo, Pablito, Pablete y sus extrañas parejas se llamen Irenes, Errejones, Echeniques, Monederos… según sea lunes, miércoles o viernes. Volver a la Edad Media, no, ya nadie está hecho para llevar cota de malla porque que en ellas no había bolsillos, ¡con lo necesarios que son ahora para lo que usted quiera mandar!

Lo urgente es desenterrar a Franco. A la Deuda Pública que le den por salva sea la parte aunque, ésa sí que sí, terminará por enterrarnos a todos. Entonces, España entera será un Valle de los Caídos y a ver a quién la desentierra.

¿Es normal, pues, que cada cual pueda decir, 'paisa, mí no entender'?

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