Según la Agencia Estatal de Meteorología, existe una alta probabilidad de que los termómetros se mantengan por encima de los valores normales al menos hasta noviembre, ese mes cargado de tópicos y tradiciones cada vez más arrinconadas por el colonialismo de costumbres espurias y simplonas. Pero por aquí, por esta parte del sur, el otoño no empieza hasta que doña Nati no estrena la temporada de puchero. Ese puchero calentito que hace saltar las lágrimas a los estómagos más exigentes, y del que se aprovecha hasta las cáscaras de los garbanzos en la posterior ropa vieja que se come de un día para otro exprimiendo los avíos del puchero hasta llegar a la excelencia culinaria. No hay estrellas Michelin que superen este manjar de nuestras diosas de la cocina. Ningún chef de los del postureo llegará nunca a conseguir esas texturas en boca, ni esos aromas en nariz. Luego, es probable que se impregnen de la cocina molecular, y nos vendan la moto dentro de un plato de sombrero de obispo con unas esferificaciones de zumo de hojas de laurel y media cucharadita de sal, que te dirán que estallan en la boca inundándola de sabor al comerlas. La física y la química ciertamente han venido para quedarse en donde antes los infernillos y los anafes de nuestras madres y abuelas eran los reyes del mambo. Dudo mucho sean capaces de conseguir unas buenas croquetas de puchero. Pero visto lo visto, entre mezclar gluconolactato de calcio con alginato, ese alga con nombre tan desagradable que parece haber salido directamente del vademécum medicinal, y la esferificación básica o inversa, no sé yo si a los pucheros, las berzas de acelga y apio y ese menudo tan de aquí que nunca ha llegado a ser pescado azul, les van a comer la moral de tal manera que van a dejarse servir en esas cucharillas agujereadas donde la pringue se escabulle por sus coladeros, y la verdadera esencia de nuestra cocina más tradicional se va al mismísimo carajo la vela, que diría el desaparecido Fernando Gago. Otrosí, del otoño caliente porteño ya hablaremos después del puchero.

manolomorillo@hotmail.com

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