Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Si por otros pagos obras son amores, por estos las obras son más bien relaciones imposibles, como si una de las partes no se terminara de decidir a dar el paso definitivo de la consumación. Por fin, después de muchos años de cortejo, el tranvía dio el sí y podemos empezar a calibrar la calidad e intensidad de nuestro matrimonio con él y ya veremos lo que dura. Creíamos que había noviazgos más fáciles, casi como los amores de verano, porque eso es lo que iban a ser los trabajos de reforma de la Plaza del Rey, un toma y daca tan tormentoso como esperanzado que terminaría con la llegada del otoño, pero, igual que el meteorológico, el fin no acaba de llegar y está el corazón urbano del pueblo que no puede vivir con tanto trajín fuera ya de plazo, y en buena parte deseando que acabe ya, sea de la manera que sea.

¿Qué comen los políticos, los técnicos, los constructores que constante e incansablemente yerran en sus previsiones sobre los plazos de las obras, siendo que en sus cálculos ya deberían incluir sus posibles inconvenientes? ¿Qué les cuesta alargar sus fechas iniciales y así contemplar la posibilidad de darnos la inesperada alegría de un adelanto de la inauguración? Digo yo: por variar de este repetido rosario de retrasos que supone el inicio de cualquier rehabilitación, construcción o iniciativa pública. Lo agradeceríamos. Pero por el contrario hay un afán inagotable e innecesario de los responsables de uno y otro signo por poner fechas optimistas, cuando no ilusorias, de ejecución.

Ahora resulta (y doctores tiene la Iglesia) que nadie había caído, aunque todos recordábamos, que los terrenos de La Magdalena sobre los que se está realizando el futuro parque y paseo junto al caño de Sancti Petri eran una antigua salina rellenada de escombros y basuras. Y encontrarse con la realidad de un suelo inestable ha sido tal sorpresa que ha obligado a parar la obra y a replantearse quién sabe qué plazos de finalización.

No sería una solución, pero sí un alivio, plantear responsabilidades y posibles sanciones administrativas, económicas o políticas para cuando se produjeran estos retrasos, si no estuvieran muy bien y totalmente justificados. Por ejemplo, ¿quién podría exigirlas cuando nos cayó encima la pandemia? ¿O sólo nos queda soportar una y otra vez este castigo para el ciudadano, siempre esperado y siempre recibido?

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