Dos semanas y un día, ese es el tiempo que lleva un barco de crucero clavado en la playa de La Puntilla desde que su dueño perdiera el control en una tarde de fuerte temporal en la Bahía de Cádiz. En su caso, a la segunda ha sido la vencida ya que una semana antes y con el mismo destino, salvamento y el capitán de Puerto Sherry evitaban el desastre alargando unos días la vida de la embarcación.

Desde luego las circunstancias que rodean a este naufragio son más que raras y te llevan a pensar o bien en la intencionalidad del armador o en su falta de experiencia, lo cual convertiría el accidente en su salvación ya que según me cuenta él, llevaba cuatro años trabajando en el barco para iniciar este verano una vuelta al mundo, de modo que lo de perder varias anclas, lo de la cadena del molinete y lo de la avería del motor, mucho mejor cerquita de la costa.

Y es que en los pocos días que llevaba el barco en el agua por dos veces se le fue de las manos y la segunda definitivamente. Para saciar mi curiosidad le pregunto si lo ha hecho queriendo para cobrar el seguro y como era de esperar me dice que no y que no sabe si recibirá algo. De momento ni los chatarreros quieren el barco y de valor tampoco queda nada, por lo que más allá del impacto medioambiental, servir de dormidero de gatos y el penoso espectáculo, poco más.

Pero aparte de las causas naturales o no del naufragio, lo que de verdad me inquieta es saber cuánto tiempo más tiene pasar para que lo saquen de donde está. Porque pasan los días y empiezo a dudar si piensan dejarlo ahí para engrosar la colección de cadáveres náuticos de la ciudad o la de los OFNI (Objeto Flotante No Identificado) como el catamarán Dalia que se hundía hace unas semanas y nadie sabe dónde está, o quizás se esté pensando en desviar el tráfico y hacer una rotonda con vistas al mar como posible solución para el Ayuntamiento mientras Capitanía Marítima y la Autoridad Portuaria se lo piensan.

Seguro que verlo casi a diario aumenta mi sensibilidad, ya saben eso de "ojos que no ven, se lo lleva la corriente", ah no, que no era así, más quisiera yo un pecio que verlo ahí día tras día rindiéndose a la dejadez en un proceso bochornoso. Quizás sea yo la que tenga que evitar verlo, eso es, total, dentro de nada me multarán por ir con la perra a la playa.

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