Pues resulta que como no había suficientes problemas en España, Compromís ha presentado una iniciativa en el Senado para que le retiren el acta de diputado a Santiago Abascal "si acude con su arma al Congreso". En contestación, Jorge Buxadé (Vox) ha dicho que estaría chèvere eso de hacerle control de drogas a los diputados en el Congreso, imagino que refiriéndose a los nacionalistas valencianos, porque a los españoles nos gustaría saber si los representantes de la soberanía nacional acuden a las reuniones de las comisiones y los plenos sin haber consumido sustancias psicotrópicas.

Al parecer la mesa del Senado vetó en 2018 una propuesta de Mulet (Compromís) que pedía controles de droga, alcohol, instalación de arcos de seguridad para detectar explosivos y la verificación de los currículos de los parlamentarios, buscando no ofender a los parlamentarios, así que la cuestión no es baladí. Aparte de la muerte la droga iguala a los políticos de todos los espectros ideológicos: muestra su carácter débil y plasma esas inquietudes vanas que los empatan con el vulgo y la plebe, que aunque no lo creas, son cosas disímiles, amigo Jesús Varela.

Esto da que pensar. Si los controles de droga en el Congreso dieran positivo, ¿cuántas leyes o decretos se habrían firmado bajo los efectos de sustancias estupefacientes? ¿Podría determinarse la nulidad de las votaciones? ¿Se exigirá en algún sitio a sus distinguidas señorías que no se metan por napia la rayita del medio día, que no se aliñen el porrito de antes y/o después de la siesta y que no lo rieguen con el preceptivo chupito de Dyc?

¿Se habrán drogado nuestros políticos? Yo diría que ni lo han hecho ni lo volverán a hacer. Fabulemos un poco. ¿Imaginan a Pedro Sánchez como el protagonista de American Psycho, tan guapetón, tan ególatra, tan esnifador, delante del espejo? No creo. Pablo Iglesias tampoco tiene pinta de haber probado la María en su vida, pese a su monocorde y jesuítico tono neocatecumenal. José Luis Ábalos no parece de esos que se pulen el ERTE en coca, aunque sí recuerde al machote de otra época, apurando el solisombra, palillo entre los dientes, tras pagar un reservado en el aeropuerto. ¿Y Pablo Casado? ¿En serio puede pensar alguien que haya abusado de drogas ilegales en época de exámenes para aprobar el examen final de un Master? ¿Habrá degustado Gabriel Rufián algo distinto a los polvos pica-pica de nuestra infancia? Yo lo veo un tío sanote, más bien; encabezando una campaña anti drogas como la que hizo en 1984 Diego Armando Maradona.

En contestación a Buxadé, Mulet (Compromís) ha afirmado que muchos de los diputados de Vox no superarían los controles. Quizá esté en el error de pensar que la sobredosis de incienso del botafumeiro se considera drogadicción. Dejo aquí la pregunta: Si hicieran los test a nuestros políticos, ¿qué cree que saldría? Mi apuesta: lo mismo que en cualquier ciudad del país; no en vano, son tan españoles como el resto de nosotros.

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