Puestos a negar, podríamos negar que hay paro en Andalucía, que El Puerto está a orillas del Guadalete, o Cádiz del Atlántico. Pues en esas estamos en pleno siglo XXI. Algunos no han salido de la Edad Media, ni siquiera han llegado al racionalismo o a la revolución científica del siglo XIX.

No deja de ser sorprendente que cuando más avanza la ciencia, cuando más sabemos de lo microscópico -células, virus y moléculas-  y de lo más macroscópico -el Universo- más gente supuestamente formada niegan lo evidente. Ya Eratóstenes en el siglo III antes de Cristo demostró que la Tierra era redonda y calculó su circunferencia. Elcano, navegando siempre hacia el Oeste, llegó al punto de partida, o sea, a Sanlúcar de Barrameda. Una prueba más de la redondez de la Tierra. Hoy en día tenemos millones de imágenes de la Tierra desde los satélites. Pues nada, hay terraplanistas, puro fundamentalismo religioso o ideológico. Los bulos infundados son, para algunos, una prueba más fiable que las evidencias científicas.

Las vacunas -cuyos pioneros fueron Jenner, la de la viruela, y Louis Pasteur, uno de los grandes de la medicina, las de la rabia y el carbunco- han salvado millones de vidas humanas. La viruela se ha erradica del mundo; y en nuestro país, enfermedades que causaban estragos -como el cólera, la fiebre amarilla, la tosferina o la polio-, prácticamente han desaparecido.

A quien no quiera vacunarse contra la Covid, se le debe exigir que firme un documento asumiendo las consecuencias, y eximiendo de responsabilidad a la sanidad pública. Si enferma, que pague su tratamiento y hospitalización, y que se le impida entrar en locales públicos. Es lo menos, tras rechazar la vacuna gratuita.

Es cada vez más evidente la necesidad de que la ciudadanía tenga una buena formación científica. En el Bachillerato se impartía una asignatura -Ciencia para el Mundo Contemporáneo-, obligatoria para todos los estudiantes, de Ciencias y de Letras. La ley Wert del PP la eliminó. Todos los estudiantes deben saber cómo funciona una vacuna, la resonancia magnética, el TAC, la quimioterapia, la radioterapia, la inseminación artificial, los metidos anticonceptivos o los trasplantes. El conocimiento científico es la mejor vacuna contra el negacionismo fundamentalista.

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