Análisis

Manolo Fossati

San Fernando va sobre ruedas

Va uno por las calles peatonales de esta Isla con más precaución y sobresaltos que si anduviera por en medio de la autovía

Va uno por las calles peatonales de esta Isla con más precaución y sobresaltos que si anduviera por en medio de la autovía. En el corto paseo que permite la distancia entre la periferia y el centro es normal que tengas que esquivar, dejar pasar o temer ser atropellado por un artefacto sobre ruedas manejado (guiado sería decir demasiado) por un ser humano.

Están las bicicletas, en su versión 'pacífica' cuando al manillar va un paisano que por lo menos se preocupa de circular despacio, y en su más peligrosa versión kamikaze cuando es un adolescente descontrolado (valga la redundancia) el que la 'conduce' a saltos de caballito. A las bicicletas les ha nacido hace poco un hermano pequeño y vacilón llamado patinete eléctrico, envalentonado por contar con un motor. El poco ruido que hace lo convierte en especialmente peligroso, y que no haya habido ya numerosos heridos por su uso es algo que deja sin razones a los que no creemos en la existencia de los ángeles de la guarda.

Pero el parque móvil isleño en este asunto del tráfico menor no regulado es más amplio: a la ya antigua existencia de los carritos de la compra usados como avanzadilla de paso por los lugares más estrechos y los cochecitos de bebés de todos los tamaños, se ha añadido en los últimos años la de los andadores para personas con dificultades en la marcha. Para sus usuarios estos artilugios resultan de una gran ayuda, sin duda, pero también ocupan su espacio, y aumentan las estrecheces.

Todavía se le agregan a este panorama las cada vez más abundantes sillas de ruedas, motorizadas o no. Tengo identificados a un par de isleños, al menos, cuya actitud conductora sobre estos vehículos contradice su denominación de 'persona con movilidad reducida'. ¿Reducida? Los he visto circulando a velocidades propias de gran premio y obligando a la gente a apartarse a su paso, sin tener en cuenta que hay ciudadanos que no ven.

¿Peatonales? reflexiono mientras intento pasar en competición con todas esas ruedas por el angosto espacio que dejan las ampliadas terrazas de los bares...

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