Análisis

Manolo Fossati

Cabreo social antes y después del coronavirus

Si el cabreo, las exigencias y la baja educación ya eran generalizados en esta sociedad antes de todo esto, miedo da pensar en lo que nos vamos a encontrar a partir de ahora

Sonaba muy bien, pero por eso mismo no me gustó el inicio de aquella frase oída al pasar. Se lo decía una mujer a un hombre parados junto a la entrada de un centro comercial isleño y manteniendo la distancia requerida. "Y yo la quiero muchísimo, sé que es una bellísima persona y que tiene un corazón que no le cabe en el pecho…" relataba. En casos así, el tamaño del elogio viene parejo con el de la crítica que suele seguir al 'pero'. No me equivoqué: "…pero yo no voy a dejar de poner la denuncia…" continuaba la oración, de la que no pude oír la conclusión y bien que me quedé con las ganas, tan grandes como la intriga del cotilla que todos llevamos dentro.

Se ve que el confinamiento, ya tan relajado, que nos está tocando vivir no ha acabado con las costumbres más acendradas. Siempre ha sido difícil pasar junto a un grupo, mayor o menor, de personas paradas en la calle y no oír algo que no sea una crítica contra un familiar o vecino. Otro tema favorito es el de los males, tan diversos, que pueden aquejar al cuerpo humano.

Uno de los debates más frecuentes durante esta crisis ha sido si de ella saldremos cambiados y con un sentido más solidario y fraternal de la existencia. Siempre he pensado que no, que la condición humana es muy difícil de cambiar, pero conversaciones como la citada al principio, y otras tantos comportamientos observados en estos días me reafirman en mi convicción, que algunos calificarán de pesimista y yo digo que es simplemente realista y basada en un mínimo conocimiento de la historia de la humanidad.

Un interesante reportaje de Pilar Vera publicado en este Diario este lunes hablaba del enfado que se está instalando entre la población por la frustración que provoca todo lo relativo a la crisis del coronavirus, el confinamiento y las dificultades económicas. Si el cabreo, las exigencias y la baja educación ya eran generalizados en esta sociedad antes de todo esto, miedo da pensar en lo que nos vamos a encontrar a partir de ahora.

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