Análisis

Manolo Fossati

Música de verano

Nunca diré no a ninguna clase de música, ni siquiera a esta que parece centrarse en la gran aglomeración y huye del también necesario tempo lento, pero creo que el nivel musical de un pueblo se demuestra durante todo el año y con todos los géneros

Sí, viva la música. Es uno de los lemas de mi vida que en muchos aspectos es vida por la música. Como dijo alguien, se puede vivir sin ella, pero no tendría mucho sentido. La Isla se llena de conciertos este verano y, si atendiéramos a esta máxima, se podría afirmar que deberíamos estar de enhorabuena. Pero aún cuando los vientos soplen a nuestro favor es bueno hacerse preguntas, sobre todo si a uno le sobrevienen (no lo puedo evitar) dudas.

El éxito del reciente macroconcierto en terrenos aledaños a Bahía Sur ha llenado de alegría, como no podría ser menos, a sus miles de asistentes, promotores y organizadores. Estos últimos han hablado de ocasión memorable e incluso de "hito histórico", y es difícil llevar la contraria a este optimismo, por más que se detecte cierto tinte de legítima y lógica autopropaganda. Pero este éxito no lleva aparejada necesariamente la conclusión de que la cultura musical está en auge en San Fernando. Ojalá.

Si eso fuera cierto, esa euforia debería detectarse durante todo el año y no en los meses del desatado verano, y La Isla tendría un recinto adecuado para su disfrute, algo más grande que el precioso y problemático Teatro de las Cortes, algo así como un auditorio permanente más digno que una descuidada explanada de tierra robada al aparcamiento de un centro comercial que hay que limpiar durante una semana posterior para retirar maquinaria, instalaciones portátiles y las toneladas de residuos que deja el disfrute de los presentes.

Bienvenidos sean los grandes espectáculos al aire libre y acogedor de las noches veraniegas, y las convocatorias masivas de músicos y espectadores fundamentalmente jóvenes. Pero que el panorama sea algo más que el desierto del deseo cuando se trata de géneros más minoritarios, de formatos más reducidos, de artistas menos conocidos, de circuitos menos marcados por la gran corriente del éxito seguro. Nunca diré no a ninguna clase de música, ni siquiera a esta que parece centrarse en la gran aglomeración y huye del también necesario tempo lento, pero creo que el nivel musical de un pueblo se demuestra durante todo el año y con todos los géneros. Y también en la calma.

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