A mí el fútbol, ni fu ni fa. Ni lo practico ni soy forofa de ningún equipo, pero en los días de grandes encuentros me sumo a la fiesta porque, total, cualquier excusa vale para pasarlo bien, echar un rato y, encima, sin sufrir por el resultado. En mi familia, con distintos grados, todos somos de esta cuerda. O éramos.

El Mundial de Rusia es el primero que mis dos hijos viven con conciencia plena. Y se han transformado. Conocen los resultados de todos los enfrentamientos de la fase de grupos, con cuántos puntos quedó cada selección, qué cruces están por venir, y hasta las reglas del VAR. Qué capacidad de absorción de datos.

Al menos, me digo, están aprendiendo Geografía. Senegal, Australia, República de Corea del Sur, ya no suenan tan exóticos. Otros destinos dejaron de serlo hace tiempo, porque se han convertido en parte de nuestras conversaciones. Holanda, que se quedó fuera del mundial en el último momento; Suecia, que precisamente dio la puntilla al equipo holandés; Alemania, la campeona eliminada; Argentina, a la espera de mejorar su imagen…

Con seguidores adoptivos de muchas de estas selecciones nos encontramos estos días, al inicio del verano. Familiares y amigos que se fueron a buscar lo que no tenían aquí: dignidad. Trabajo sí encontraron. Afortunadamente, incluso en los peores momentos, podrían haber salido adelante. Pero a qué precio. Un mercado laboral definido por sus condiciones precarias y la falta de expectativas y, sobre todo, ese regusto amargo, esa sensación de desengaño que pesa sobre buena parte de esta generación a la que pertenezco.

Lo que nos vendieron era simplemente mentira. Cumplimos nuestra parte del pacto: nos aplicamos en los estudios, nos esforzamos, nos formamos. Fuimos cumpliendo paso a paso el camino que debía llevarnos a un futuro del que tendríamos las riendas. Y de repente, las reglas eran otras y el premio se había esfumado. Nos habían tomado el pelo.

Lo estamos superando. Hemos aprendido a vivir sin certezas, a acomodarnos al cambio y a la incertidumbre. No está tan mal. Al menos los partidos del Mundial resultan más interesantes.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios