Mientras el temporal aún araña la costa, pensaba en la desigualdad de la mujer. Me asaltó la idea mientras leía El Lazarillo, rodeado de aguas y de truenos. El Lazarillo, en primera persona y desenfadado, que parece atacar sólo a clérigos, bulderos, echacuervos y ciurmadoris, a lo mejor por ser su autor erasmista o alumbrado, pero también misógino. Mujeres en la obra, la amancebada, querida o barragana del arcipreste, esposa de Lázaro, dos "mujercillas hilanderas de algodón, que hacían bonetes", y las endecheras del entierro, plañideras murmuradoras, en el chiste del muerto que era moro, de Al Bayhaqui en el siglo X y repetido por Ibn Asin en la Granada Nazarí.
La literatura española es profundamente misógina. A lo mejor por la obsesión de la honra depositada en su sexo. Misoginia defensiva, al fin y al cabo. El Corbaccio de Boccaccio influyó con su acerba crítica de las costumbres femeninas. Copla de maldecir mujeres, de Pere Torroella, o Hernando de Talavera con su criatura que la ley de la naturaleza hizo inferior. La primera novela moderna, La Celestina, es profundamente misógina. Aunque intenta a su vez sublimar a la mujer. La aportación del pensamiento erasmista sobre la mujer fue la dignificación del trabajo doméstico, la reproducción y la cobertura sentimental del esposo que culminó con La perfecta casada, de Fray Luis de León según el cual la mujer tenía que ser modesta, obediente y recatada o Luis Vives con su Vida familiar y devota.Instrucción de la mujer cristiana. La propuesta erasmista, como se aprecia, fue la del control de la libertad de la mujer por vía de una educación aculturadora… ¿cómo hoy?...y perfectamente estructurada para superar ociosidades y aburrimientos… ¿cómo ahora?... La corriente francesa no fue mejor, el gran pensador Moliere desconfiaba profundamente de las mujeres sabias, igual que aquí. Nuestro genial poeta Quevedo, gran misógino, compartiría esto en La Culta Latiniparla. Será mi amado y admirado Lope de Vega, el que denunciará la situación en su obra La vengadora de mujeres, donde criticará la exclusión de mujeres del estudio y del gobierno y reivindica otras ocupaciones que no sean las estrictamente manuales. Pero el pensamiento erasmista seguía imperando: Coloquios Matrimoniales de Luxán, Coloquios Satíricos de Antonio de Torquemada y las Epístolas familiares de Guevara, así como la misoginia absoluta de Castillejo o la primera novela picaresca con sus escasas y malvadas mujeres, como dijimos.
La reformadora y santa, Teresa de Jesús, cuya efigie porta pluma y libro, sirve como epítome de la dificultad de escribir y publicar para las mujeres, porque en vida, no vio publicada su obra.
El protestantismo cerró la Inglaterra de la Armada Invencible al Renacimiento, sólo descubierto después por los integrantes de lo que se llamó el gran tour. La corriente erasmistas, profundamente misógina ya la hemos tratado. ¿De aquellos polvos, estos lodos?
Seguro que las feministas avant la lettre de ahora, Penélope Cruz dixit, cambiarán finales y palabras en algunos relatos, pero no situaciones desiguales. Ojalá que no salgan listos y listas publicando las nuevas y vulgarísimas versiones como ya hicieron con Cervantes.
Ni tanto ni tan calvo. Ne quid nimis. De nada, demasiado.
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