Polémica Cinco euros al turismo por entrar en Venecia: una tasa muy alejada de la situación actual en Cádiz

Sí, por favor, páseme la llamada. No importa, tengo tiempo. Clic. Hola, qué tal todo. Sí, claro. Sé de qué me habla. Que no le dejan dormir las motos. Sí. Yo también lo viví en su día. No, no, prohibirlo no. Nunca. No se atreva. Se juega el puesto si lo hace. Le cuento: una vez tuvimos la tentación de crear una especie de circuito solo para ellos, fuera de la ciudad, con sus balas de paja, sus ambulancias, sus tribunas. Exacto, como cuando crearon las plazas de toros para evitar que la sangre llegara al público. Igual, como el botellódromo. Y si me apura, como el concurso del Falla, para minimizar el desmadre callejero del Carnaval. A su manera, lo explica Hakim Bey, el de las zonas autónomas temporales. ¿Que no conoce a Bey? Pues para ser representante público ya podría haber leído algo de él. Es muy interesante. Nada, sí, el caso es que el nota este teoriza sobre esos espacios festivos en los que se suspenden las reglas, las leyes, y sus protagonistas se autoorganizan casi sin darse cuenta. Sin jefes. Sin enfoque lucrativo. Oh, sí, queda muy bonito decirlo. Pero a mí las motos no paraban de molestarme. No quería consentirlo. Ah. Pues eso, que me llamaron de arriba y me dijeron que ni se me ocurriera hacer el circuito para moteros. Que no tratara de controlar lo incontrolable. Al principio, no. No entendía por qué me frenaron. ¿Qué? Pues claro. Luego sí, sí. Eso mismo pensé yo. La revolución de la gasolina y la tecnología, de la gente que puede. La motocracia como modelo no privatizable, como la monarquía. Privatice usted la Feria, la playa, la educación; lo que quiera, menos las motos. ¿Que qué puede hacer ahora? Como consejo, no sé, pruebe a sacar tajada televisando la juerga. A más sangre, más audiencia: recuerde el axioma. ¿Axioma? Joder, búsquelo en el diccionario. Lo siento mucho, eh. Venga, va. Nos vemos. Un abrazo. Clic. Por favor, a partir de ahora, no me pase más llamadas. En vez de experto en inteligencia y seguridad, parezco el teléfono de la esperanza.

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