Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Un mediocre es un ignorante rebozando en sentido crítico. Algo como un flamenquín de la Mallorquina. Un carajote es un inalienable con fama de buenista, (trasonista) –Trasón era un soldado en el Eunuco de Terencio, que quería agradar a todo el mundo- Y un pertiguero es un repletor de nequicias. Y en medio vamos los demás como podemos o nos dejan. Existen también los anagnostes niquelados, los telemas oxitónicos, los psicocultos antipofóricos y algunos preacadémicos del gay saber. Los blictiris eruditos y las mentes sin fac cogites ni ganas de estudiar.

El pobre de Luis Zapata, escritor y noble, dejó para el polvo de los siglos y los volcanes una miscelánea en las que hablaba de asesinatos, venganzas y pandemias. Señalaba ya en los siglos de oro la maldad del aire contaminado, "de la cueva negra de Eolo salgan generales edictos de unas y otras dolencias". Como veis, hablaba como un cursi metido a pregonero. Los aires de pestilencias, los del monte que aherrojaban las gargantas, calenturas y modorras del que murieron no pocos. Y echa la culpa al cielo de todas las enfermedades contra la soberbia humana.

Cuenta que en Valencia de la Torre, ficieron a un Alcalde que cuando tomó la vara de mando, murió a los treinta días. El siguiente que la tomó, murió a los treinta días y el subsiguiente a los doce. La gentualla temía la vara pero se burlaba de ella. El siguiente alcalde no la tomó, pero tomola un alguacil que estuvo a la muerte. Y entonces la quemaron. Y dice don Luis que la vara fue inficionada y fue la responsable de las muertes a través del primer alcalde. Cuando no se sabía nada de coronavirus y pandemias.

Es un poco o un mucho fantasioso, en la ínsula nuestra hubiera sido un narrador tachado como un deficiente aprovechador de la realidad. Con vida intermitente, como los poetas. Mas creo que clásico en su literatura, monárquico en política y católico en su religión.

Sus escritos contra las epidemias hacían constar el cataclismo humano que veía: "Por las calles, deambulaban perros con pedazos de restos humanos en la boca. Muchos hombres masticaban tabaco con tal de disuadir el olor y el sabor amargo de la muerte. En el centro urbano se dispusieron para fosas comunes el 'corral de los Naranjos' de la catedral y el patio del Salvador, a los que había que sumar los otros 18 carneros excavados en los exteriores del hospital macareno".

Hubo un médico y sacerdote que llevó el humor en medio de las catástrofes a la altura de un cometa. Rabelais quien afirmó que la tierra estaba poblada por tantas plagas como personas. ¿Variantes? ¿Cepas? ¿Mutaciones? Él decía que "Hipócrates compara de manera muy pertinente la práctica de la medicina con un combate y una farsa representados por tres personajes: el enfermo, el médico y la enfermedad". Y hacía predicciones, al igual que más adelante, Torres Villarroel. "Este año, los ciegos verán bien poco, los sordos escucharán bastante mal, los mudos no hablarán mucho, los ricos estarán un poco mejor que los pobres, y la gente de buena salud mejor que los enfermos. Y reinará casi universalmente una enfermedad horrible y temible, maligna, perversa, espantosa y extraordinaria, porque les digo que será una epidemia, y se llama: falta de dinero. ¡Mercurio amenaza al perejil!" No mentía. No era de ningún partido político raquítico por la mediocridad de sus componentes. Sin embargo, seguirá a precio razonable, decía que no es el deseable ni el manejable. ¿La luz? ¿La comida?

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