Análisis

fernando santiago

Micción imposible

La mejor manera de comportarse en la vía pública es hacerlo como en el pasillo de casa

Qué iguala cuando van por la calle un perrito y un joven de madrugada? Pues que hacen sus necesidades en la vía pública sin el menor pudor. Al dueño del perrito le obligan a llevar agua jabonosa para echarla sobre los meados al objeto de que no haya mal olor y de que se dispersen los orines. Al animal humano no le pasa nada ni nadie le requiere a que se comporte con la inteligencia que se les supone a los de su especie. Es cierto que hace años se trasladó una parte importante de la movida a la Punta de San Felipe, lo que no hizo sino alejar ruidos y malos olores, lo que no es poco. También se elaboró una ordenanza sobre ruidos que se cumple según conviene o hay efectivos disponibles de la Policía Local. En teoría los responsables de que se saque la bebida a la calle son los establecimientos que la venden, que tienen horarios establecidos y necesitan insonorización incluida una puerta abatible con retorno a la posición de cerrada. Hubo una época en que no se podía parar ni en Muñoz Arenillas ni en Manuel Rancés y Argüelles. Hace ya mucho tiempo, durante unos carnavales, pillaron a un famoso concejal del Equipo de Gobierno de Carlos Díaz haciendo sus necesidades en el Campo del Sur, como es habitual durante estas fiestas a pesar de la gran cantidad de urinarios que se colocan por las calles. Hoy el meón de entonces es famoso por otras actividades pero conviene no olvidar el pasado.

Un animal depende de lo que su dueño le permita. Como se eliminó la tasa por la tenencia de animales ni siquiera los dueños de las mascotas pagan por la suciedad que generan . No sé quién quitó aquello de la Ley de Haciendas Locales pero el que lo hizo era un descerebrado. A mí me parece muy bien que se pague por las mascotas que ensucian las calles, de la misma manera que pagamos las personas aunque no las ensuciemos. Eso por no hablar de la costumbre tan gaditana de tras fregar el patio y la casapuerta lanzar a la calle el agua sucia. La mejor manera de comportarse en la vía pública es hacerlo como si uno estuviera en el pasillo de casa. Sin gritos, sin tirar cosas al suelo, sin mear sobre los adoquines, sin lanzar colillas. Es la actitud más civilizada pero se ve que debe costar la misma vida. Todo no es achacable a la empresa encargada de la limpieza viaria ni a la falta de inspección por el Ayuntamiento. El primer responsable es el que ensucia la calle. Quien dijo que Cádiz era una tacita de plata es que no había visitado la ciudad, sobre todo por las mañanas después de un fin de semana.

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