Hay una señora muy famosa, que tiene nombre de personaje de Los Morancos, que se dedica a ordenar los desbarajustes de los demás. Y no me refiero a los desequilibrios emocionales, que en tiempos de internet bien podría ser, hablo de los desórdenes con los que cada uno convive en sus respectivos hogares. Se llama Marie Kondo, tiene un programa en Netflix y se presenta como el Mesías de la organización. Si usted no ha oído hablar de ella, no se preocupe, su vida seguirá su curso habitual. Si, por el contrario, usted se ha dejado encandilar por sus embaucadores cantos de sirena, tranquilo, de peores cosas se sale.

La Kondo, como la llamaríamos si fuera un miembro de mi pandilla, es una psicópata del orden que llega a tu casa y te dice que te deshagas de todo lo que no te produzca alegría. Criatura, si nos tuviésemos que deshacer de todo lo que no nos provoca sentimientos positivos lo mismo la humanidad se habría extinguido. Pero ese no es el caso, de momento la japonesa (por si el nombre no les había dado una pista sobre su lugar de nacimiento) se centra en organizar hogares, para ordenar el mundo ya tendrá tiempo. Lo dicho, que la moza llega a casas ajenas e invita a sus dueños a tirarlo todo. Ni libros, ni papeles, ni ropa ni na de na. Para ella es esencial vivir con lo puesto y renunciar a apegos innecesarios. Esa foto de tu viaje de novios, a la basura; el tapón del champán que descorchaste al aprobar las oposición, a la basura también, y aquella medallita que te regaló tu padre cuando eras un bebé, a la basura, como debe ser. Nada es necesario porque para Kondo todo está en internet, donde la ocupación del espacio y el desorden son relativos. Claro, después de seguir las recomendaciones de la muchacha, lograr el equilibrio en el hogar no resulta complicado. Sobrevivir con lo puesto, una mesa, una silla y una cama no debe dar muchos quebraderos de cabeza. Eso sí, tus pertenencias no pueden ser de un Todo a cien, deben haberte obligado a vender un riñón en el mercado negro. Así que Kondo, con todos mis respetos, yo me quedo con el Método Meli (en honor a mi santa madre, usted utilice el nombre que más le guste), el de o lo tiras tú o lo tiro yo, que además de permitirte almacenar lo que te produce alegría y lo que no, te lleva a vivir al límite todos tus días. Nunca sabes si será la última vez que veas ese objeto que no sirve absolutamente para nada pero que a ti te encanta.

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