Puente de Ureña

Memoria de la muerte

Ahora por la pandemia la muerte llama con su danza macabra en todos los estamentos

Quiero hacer un mínimo homenaje a los fallecidos por el covid, sobre todo ahora que ha llegado la época del día de difuntos, que me trae a la memoria el de 1836 de Larra, premonitorio del pistoletazo de su muerte. La tragedia, el miedo, la enfermedad, la culpa. La literatura se ha ocupado siempre de ella. Amor. Tiempo. Muerte. Son los temas eternos de poetas y narradores. Viento negro, luna blanca, Noche de Todos los Santos. Frío. Las campanas todas de la tierra están doblando. El cielo, duro. Y su fondo de un azul iluminado. Cantaba Juan Ramón, hipocondríaco de élite, mientras Unamuno era más tétrico y mortal. Corral de muertos, entre pobres tapias/ hechas también de barro, /pobre corral donde la hoz no siega. ¿Enhiesto surtidor de sombra y sueño? Entre cipreses con Gerardo, y Poe llamará a las almas: Tu alma, en la tumba de piedra gris/ estará a solas con sus tristes pensamientos./Ningún ser humano te espiará/ a la hora de tu secreto.

Es la historia del hombre. El terror, el miedo, la desaparición, la disolución final del ser. Cómo no el inmortal Quevedo se revelará con sus "medulas que han gloriosamente ardido", ojo no médulas, entonces. A lo mejor la muerte era la lírica. El canto coral ante el terror insomne. La danza general de la muerte, invitaba a bailar alrededor de la fosa a todos los estamentos sociales, eclesiásticos e incluso a los que trabajaban con las manos. (De ahí las carnestolendas y los antruejos en carpe diem). Allegados son iguales, los que viven por sus manos, e los ricos, dirá Manrique.

¿Trovar la muerte y cantarla para quitarle el terror? ¿Cómo el mundo de sombras de Pedro Páramo? ¿La Tamatea resurrecta de Luis Berenguer?.

Hablábamos de Larra y de la muerte, en su caso, como elemento deseado. Manrique también cuando murió de la pedrada en Garci Muñoz, llevaba en pie quebrado el inicio de una nueva copla. Oh, muerte porque nos matas/fuera la vida que diste toda vida/pues según acá nos tratas/lo mejor y menos triste es la partida. A lo peor es por sentirse asediado por la idea. La muerte nunca comprendida. El contraste entre la evolución de la raza con su renovación constante y el individuo con su aniquilación como tal, ocasionan la angustia vital humana.

El hado general del hombre. "Dime que no me he muerto/tú debes saberlo/que no soy un muerto en pie/como conozco a varios", dice Montiel en su estación tan próxima. Y en libro del Vacío, este escribidor entonaba una Oda a la muerte, desde las seccionadas sílabas del nunca y la disolución final del ser. Ahora por la pandemia la muerte llama con su danza macabra en todos los estamentos. Medievalizados estamos. De nuevo la comunidad que hay entre todas las muertes únicas va incrementando la tradición dolorosa. Teresa de Jesús lo supo bien. Ven, muerte, tan escondida/que no te sienta venir,/porque el placer de morir/no me vuelva a dar la vida.

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