Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

La esquina del Gordo

Mejor que en brazos

Los españoles hemos vivido, vivimos y viviremos en una eterna Transición consecuencia de lo que piadosamente podríamos llamar desajuste emocional y que se refleja en el desconcierto ante el pasado y la inquietud por el futuro

He dudado si titular este reencuentro con una sola palabra: Volver, pero no sé si después de casi treinta años en esta Esquina sería correcto calificar de vuelta lo que sólo ha sido una pausa de pocas semanas. Lo que tengo seguro es que, mientras dure el momento que nos obligan a vivir, mi intención será insistir en que estamos mejor que en brazos y prometer que seré más breve en mis comentarios.

Eso de despertarse con la certeza de saber elegir con seguridad la campana extractora para su cocina; la porosidad de su pelo y la solución cuando se encrespa; la necesidad imperiosa de conseguir los tapers ideales para la conservación de los alimentos; la confianza de saber pelar los tomates correctamente; la tranquilidad de tener ya instalado en casa su sensor de humedad; la convicción de ser infalible; toda esa dicha más la proporcionada por los filósofos del momento, tales como Julián Contreras, y Rociíto, incluyendo la alta escuela del pensamiento trascendente dirigida por la recua de Kikos televisivos y las lecciones de feminismo integral como pan nuestro de cada día, qué quiere que le diga, ¿no siente una profunda gratitud hacia todos los que nos hacen más felices al tiempo de una especial ternura por todos aquellos seres humanos que oportunamente, a falta de otros títulos, confiesan que abusaron de ellos, incluso cincuenta años después, y lo emplean para vivir en el machito?

Si no fuera por estos destellos de sensibilidad, no podría decirse que reanudamos la senda del bienestar absoluto. Y sí, hay que admitir que esos detalles son muestras de que superamos los resabios de viejos egoísmos y comparaciones odiosas que nos impide reconocer que los españoles hemos vivido, vivimos y viviremos en una eterna Transición consecuencia de lo que piadosamente podríamos llamar desajuste emocional y que se refleja en el desconcierto ante el pasado y la inquietud por el futuro. Pero de estos vericuetos mejor no hablar, son ganas de complicarse la vida cuando hay motivos para vivir felices ignorándolo todo, sabiendo que todo tiene arreglo desde la perspectiva de género, esa triaca magna que facilita el empoderamiento imprescindible para la convivencia y para que muchos vivan del cuento, que realmente es de lo que se trata.

Por eso no exagero al decir que estamos mejor que en brazos.

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